Periodo del Gobierno inconstitucional de Fulgencio Batista

Desde 1948 los países, involucrados en la Segunda Guerra Mundial mostraban índices de recuperación económica y las relaciones comerciales a nivel mundial comenzaban a normalizarse.

El plan Truslow 15 aceptado por Carlos Prio, mantenía no sólo intactas las escrituras de dependencia del mercado norteamericano, sino el latifundio, así como la apertura a la inversión del capital extranjero; este plan, entre otras cosas contemplaba proteger y estimular a los empresarios privados y limitar la actividad de los sindicatos.

Muchos de los artículos de la Constitución del 40 no llegaron a cumplirse, pues no se promulgaron las leyes que lo posibilitarían.

Las medidas tomadas por Batista, después de dar el golpe de estado el 10 de marzo de 1952, en relación con la industria azucarera, testimonian su carácter servil al imperialismo yanqui y la oligarquía nacional.

Decreta la restricción de la producción azucarera de forma unilateral. Con esta política pretende lograr un equilibrio entre la demanda y la oferta en el mercado mundial, a fin de estabilizar los precios del azúcar y evitar que siguiera disminuyendo, pues desde los primeros años de la década del 50 la producción azucarara aumentó considerablemente a nivel mundial, por lo tanto se busca mejorar las cuotas que serían asignadas en el año siguiente.

Nacionalmente se pretende asegurar 1 750 000 tm para ser vendidas al mercado norteamericano en partidas de 350 mil toneladas a lo largo de los cinco siguientes años (1953- 1957), de manera que su límite fuera de 5 millones de tm aproximadamente.

En Céspedes se logran moler hasta 771 626 sacos de 325 lbs entre los dos centrales, desglosado como sigue: Estrella 415 188 sacos y en Céspedes 356 438 sacos. Se superó la cifra de las zafras anteriores.

Los índices del año 1952 están muy por encima de los años siguientes, debido a que los productores, con el objetivo de elevar la producción y mejorar las cuotas que serían asignadas en las zafras posteriores, molieron hasta la última caña. Como consecuencia, hay rebaja en los salarios de los obreros agrícolas del territorio, y se hacen despidos indiscriminados.

La mayoría de las tierras eran controladas parcial o totalmente por las compañías propietarias de los centrales. En el territorio existían 2 368,801 caballerías en manos de latifundios cañeros, principalmente norteamericanos.

Con respecto a las variedades de caña, aproximadamente el 55% de las cañas eran POJ-2878 y Media Luna en cantidades parejas. Había además un 18% de Mayagüez, 6 % de cristalina y el resto se compone principalmente en variedades POJ-2883, 2714 y 2725.

En abonos se aplica fertilizantes Ammo-Phos en el 90 % de los campos. Para el riego por gravedad, se utilizaban lagunas dragadas al efecto.

Las tierras eran preparadas con tractores Caterpillar International. Los cultivos de retoño se hacían con arados de los tipos usuales tirados por tractores.

El tiro de la caña se hacia con camiones, tractores con carretas de ruedas de gomas y bueyes.

Las colonias tenían un promedio de unas 20 caballerías con suelos negros, pardos y rojos con diferentes subsuelos.

A partir de 1953, comienza a disminuir la producción de azúcar crudo, por la política azucarera de Batista, que originó la restricción de la producción y una disminución de las ventas que colocaron a Cuba en posición desfavorable, donde a los obreros se les disminuyó el salario, se prolongó el tiempo muerto y el desempleo. Se afecta así a toda la población.

En este contexto llega a Céspedes el alegato La Historia me Absolverá desde la provincia por vía de Cándido González Morales, quién era el encargado de la distribución en los municipios, es asumida por los miembros del movimiento y jóvenes estudiantes de la academia Excelsior que lo recibe por medio de Calixto Morales

. Los primeros 100 ejemplares llegaron a finales de 1954, su precio era de 20 centavos. Después de leído, se hacia circular.

Con este programa se ayudaba a establecer los verdaderos objetivos de la lucha, ya que los medios de información estaban limitados, y al mismo tiempo sirvió para recaudar fondos.

Varias mujeres cespedeñas se incorporan a la lucha clandestina contra la dictadura y dan muestra de la rebeldía característica de la mujer cubana. Algunas de estas compañeras fueron: Esther Calvo, Edelsa Marrero, Victoria Aneiro (Nena), Candelaria Guzmán y Rosita Galbán.

La primera célula del 26 de Julio se funda en Florida en septiembre de 1955, en la casa del doctor Miguel Hernández (Miguelito), facilitado por su cuñado Albio González Martínez. Esta casa se encuentra en la carretera de Agramonte. Los miembros de esta célula fueron: Calixto Morales

(maestro), Irima de la Lastra (maestra), Menelio Morales (obrero), Guillermo Morales (obrero), Ramón Aponte Zayas (obrero azucarero), Edelsa Marrero Zamora (estudiante), José Antonio Bernal Entenza (azucarero), Ricardo Noda (obrero), Ofelio Bueno López (estudiante), Saturnino Pérez Quesada (obrero azucarero), Manuel Zamora Lugo
(obrero azucarero) y otros.

Por la dirección provincial se encontraba presente en la reunión Cándido González, Raúl García Peláez y otros miembros. Por la nacional estaban los compañeros Armando Hart y Haydee Santamaría. Como coordinador se nombra en el municipio de Florida a Calixto Morales

y como miembros de la dirección del movimiento en Céspedes a Manuel Zamora Lugo
, a Irima de la Lastra y otros.

A los pocos días se constituye la célula de Céspedes, la cual fue integrada por Calixto Morales

, Manuel Zamora Lugo
, Ramón Aponte Zayas, Saturnino Pérez Quesada, José Antonio Bernal, Jerónimo Marrero, todos los miembros mencionados, obreros azucareros, Irima de la Lastra (maestra) y Edelsa Marrero con Ofelio Bueno López (estudiante).

El movimiento constituía una gran fuerza de empuje, ya que desde los primeros momentos, las actividades de acción, sabotaje y propaganda se hicieron sentir a través de las brigadas juveniles, que recibieron instrucción al respecto. Se hicieron gestiones a través del Comité de lucha para la libertad de presos políticos, se logran recaudar $ 300.00 para la salida de los asaltantes del Moncada hacia México.

Al iniciarse la zafra de 1955, fueron desplazados en Céspedes 57 trabajadores del central de Estrella por la compañía. Conjuntamente, el M-26-7, el Comité de Lucha y la Dirección del Partido Socialista Popular trabajaban de forma unitaria y llamaban a los trabajadores a una huelga en demanda de la reposición de los compañeros desplazados.

La huelga fue organizada en la casa de Candelaria Díaz Rodríguez, madre de los “Isleñitos” Guzmán Díaz, en Céspedes. La reunión fue presidida por Saturnino Aneiro

, tomándose el acuerdo de que la organización de la huelga estuviera a cargo del Comité de lucha, bajo la dirección del Partido.

Tanto Manuel Zamora Lugo

, como los demás miembros del Comité de lucha del central Estrella, entre los que se destacan Narciso López Estrada
y Gualberto Galbán Cervantes
, como secretarios agrícolas de las colonias, no descansan esa noche, trabajando en los preparativos de una de las huelgas obreras de más resonancia en Céspedes.

En horas tempranas de la mañana del día 4 de febrero, los trabajadores no acuden a su trabajo al ingenio y el comercio no abre sus puertas, en apoyo a la huelga. Cuando la guardia rural se percata de lo ocurrido, comienza su recorrido en jeep visitando casa por casa de los trabajadores para obligarlos a que concurran al trabajo, pero es demasiado tarde, ya los obreros se habían trasladado a los bosques de las afueras del poblado cespedeño, en los que habían organizado tres campamentos.

El campamento número 1 estaba ubicado en la finca de Panchito Escobar, agrupando aproximadamente 200 trabajadores, el número 2 fue ubicado en la finca de Lalo Mestre con 10 hombres y el número 3 estaba en Lamasares, hacia la zona oeste del batey del Central Estrella con unos 100 hombres.

La dirección de los tres estaba a cargo del Comité de lucha, cada campamento tenía un jefe superior, con albergues provistos de casas de campaña, ranchos, botiquines y un comando que dirigía las milicias para la vigilancia y defensa de los campamentos. Se contó con el apoyo de la mujer.

Ante la prolongación del paro, a pesar de las amenazas y represiones del ejército, los dueños de la empresa, por las pérdidas que ocasionaba esta huelga, se vieron en la necesidad de establecer conversaciones con los dirigentes de la misma. Se respetó el escalafón de los 57 trabajadores.

Terminada la huelga, Saturnino Aneiro

queda detenido, pero bajo la presión popular fue liberado el mismo día. Dirigentes mujalistas* *no apoyaron la huelga, pero por la pujanza tuvieron que integrarse a ella.

Dentro de las concesiones, se le dio oportunidad a Manuel Zamora Lugo

, que dirigía el Comité de Huelga, con Álvaro Cardoso, que también agrupaba un número de huelguistas, de dirigirse a La Habana para sostener una entrevista con el gerente de la industria Vertientes- Camagüey, Cuba, Mr. Resembré que radicaba en EE.UU. y se encontraba en el edificio metropolitano de la Habana Vieja. Después de varias horas de discusión con un abogado que representaba a la empresa azucarera, se llegó al acuerdo de reponer 48 desempleados, los 9 restantes perdían el derecho por haber vendido su plaza. Esto constituyó una victoria política del movimiento obrero de Estrella.

Los comerciantes brindaron ayuda a los huelguistas, entregando víveres tanto a los insurrectos como a las acciones del ejército rebelde, a través del movimiento clandestino 26 de Julio. Compraban bonos y muchos de los propios comerciantes se incorporaban a la lucha.

Ya en noviembre de 1955 el Comité de Lucha del central Estrella lanza un manifiesto en pro de la bonificación pagada con los dividendos del diferencial azucarero, pues la traición mujalista y el poder patronal imperialista, descargan la crisis en la clase obrera y el pueblo, mientras que los ricos hacendados obtienen jugosas ganancias como la Vertientes- Camagüey, que se embolsó $ 1 027 081 (un millón veinte siete mil ochenta y un peso) a costa de los trabajadores, con la aplicación hasta de despedidos compensando a 119 compañeros y la correspondiente amortización de plazas con el consentimiento de la directiva del sindicato que responde a Mujal.

Por esa causa, se levantan nuevamente las banderas por el pago de un siete y medio por ciento de diferencial de acuerdo con los precios promedios de las ventas alcanzadas de enero a octubre. Se pide anticipo de $ 20.00 para los trabajadores agrícolas pasar las pascuas; el cese del desalojo a los agricultores de sus sembradíos de frutos menores; la defensa de las cuotas en el mercado americano por una zafra de cinco millones de toneladas, así como nuevos mercados; y por una pensión sin rebaja de 15 años de antigüedad en la caja de retiro.

El martes 29 de noviembre de 1955 queda constituida, en la ciudad de Florida, el frente Unido por la Defensa de los Derechos Azucareros de cuatro comités de lucha. Este fue trasmitido por la estación radial de Florida. Este manifiesto recibe el apoyo popular que coopera en su campaña de propaganda y agitación.

Debido al llamamiento en los días de diciembre de 1955 se organiza un fuerte movimiento de huelga que se extiende desde el 28 de enero hasta 1ro de febrero, con la consigna de que si no hay diferencial azucarero, no habrá zafra para los patrones.

Los plenos del Comité de lucha de ambos centrales acordaron las medidas que regirían al movimiento huelguístico, con acciones individuales y clandestinas.

Esta reunión se efectuó en la casa de los hermanos Guzmán, ubicada en la calle Cocalito. Para dirigir el movimiento huelguístico en la zona agrícola fueron designados los compañeros Gualberto Galbán Cervantes, Juan Forcades, Armando González, Manuel Zamora Lugo, Narciso López Estrada , Leonardo Domínguez (traidor), Lorenzo Pérez, Evelio Guzmán y Adrián Díaz.

Se acordó refugiarse en la iglesia católica, por ser un lugar respetable para las autoridades, pero los 300 obreros que habían sido recibidos con autorización de la institución fueron desalojados a plan de machete.

Quedan detenidos Manuel Zamora Lugo y José Mesa. Al día siguiente se concentran obreros y pueblo en general en la calle Real, es cerrado el comercio, se obstruye la vía pública, se toma el sindicato y se hacen barricadas en su alrededor.

Los plenos del Comité de lucha de ambos centrales acordaron las medidas que regirían al movimiento huelguístico, con acciones individuales y clandestinas. Esta reunión se efectuó en la casa de los hermanos Guzmán, ubicada en la calle Cocalito. Para dirigir el movimiento huelguístico en la zona agrícola fueron designados los compañeros Gualberto Galbán Cervantes

, Juan Forcades, Armando González, Manuel Zamora Lugo
, Narciso López Estrada
, Leonardo Domínguez (traidor), Lorenzo Pérez, Evelio Guzmán y Adrián Díaz.

Estos hechos de la huelga del 55 marcan momentos fundamentales en el movimiento obrero y del pueblo. La propia huelga en los centrales de Céspedes y Estrella, con la fuerza del Partido Socialista Popular y Comité de lucha dirigido por Manuel Zamora Lugo

, lograron la victoria de algunas de las demandas obreras que entre otras está el pago del diferencial azucarero, que hacía un total de 10 millones de pesos, el que representaba para los obreros el 1.85 % de lo devengado en el año.

Su importancia histórica radica en que comenzó con la consigna “¡Si no hay diferencial azucarero para los obreros no habrá año nuevo para los patronos!”, y después se transformó en un movimiento político bajo la consigna “¡Abajo Batista!”, quedando probada la radicalización de la conciencia de los obreros.

A mediados de 1956, otro hecho acaecido en Céspedes hace temblar a los políticos municipales y provinciales. Debido a la miseria imperante en el país, en el campo se registra una profunda crisis de hambre. En pleno “tiempo muerto” los bodegueros de las colonias de los ingenios, no les fían ni el pan a los obreros agrícolas. En la fábrica la compañía se niega a dar anticipo a los obreros. Sin embargo, los mujalistas aceptan las ofertas de los “garroteros” para que los trabajadores sean presas fáciles de sus amos.

Se envía a Céspedes a Saturnino Aneiro

, quien ocupa el cargo de Vicesecretario del Partido Provincial, para que analice la situación que enfrentan los obreros azucareros de esta región.

Se reúne el Comité Seccional del Partido en Céspedes, con la participación del Comité Municipal del Partido de Florida y Movimiento Sindical Unitario, representado en los comités de lucha de los centrales de Céspedes, Estrella y sus colonias. En la reunión se toman acuerdos y medidas para la proyectada “marcha del hambre” que se realiza como protesta frente a los abusos a las administraciones de ambos ingenios azucareros.

Tomadas todas las precauciones y medidas necesarias, a principios del mes de julio, una multitud de trabajadores agrícolas e industriales, irrumpió en las calles del poblado de Céspedes y bateyes de los centrales. Esta gigantesca manifestación popular enarbolaba consignas revolucionarias.

Al frente de esta gran movilización obrera azucarera estaban Saturnino Aneiro

, Gualberto Galbán Cervantes
y Narciso López Estrada
, así como los demás dirigentes del comité de lucha, alentando a las masas, que coreaban “¡Abajo la dictadura de Batista!, ¡Viva la clase obrera!, ¡Abajo las administraciones yanquis de Estrella y Céspedes!” La presión que ejerce la clase obrera contra sus opresores, permite que ambas administraciones cedan a las demandas de anticipo, sin recargo para todos los trabajadores agrícolas e industriales del sector azucarero.

Por la radio y la prensa se conoce del desembarco del Granma. Los dirigentes municipales del M-26-7, al carecer de vínculo con la Dirección Provincial y ante las noticias desconcertantes, envían hacia Santiago de Cuba a Irima de la Lastra, para verificar los hechos del desembarco. A partir de ahí se inicia el programa de acción y apoyo a la lucha en la Sierra, donde se colaboró con el avituallamiento a través de los hermanos Guzmán y se trasladaban en el camión de Rufino López Servilla (Pillín).

La guerra popular revolucionaria contra el régimen

El grupo de acción y sabotaje del M-26-7, intensificó sus actividades: se situaron bombas en la planta eléctrica de Céspedes; se intentó quemar el puente de Piedrecitas, labor realizada por Israel Martín, José L. Balcázar y uno de los hermanos Guzmán; sabotajes a los tendidos eléctricos y telefónicos; quema de cañaverales, puentes y alcantarillas; quema del tren de bagazos; sabotaje en el tráfico de Estrella; quema del tren de azúcar de Estrella con destino al Puerto de Santa María; mítines; descarrilamientos del coche motor de pasajes, en vísperas de 1958; tiroteo a los camiones que trasladan personal para las votaciones; huelgas; quema con fósforo vivo del piso de bagazo del Estrella (ejecutada por Tomás Isidoro Carrasco, El Chino); colocación de petardos en la estación de ferrocarriles de Céspedes; colocación de banderas del 26 de julio y propagación de consignas contra la tiranía. Las acciones revolucionarias profundizaron la crisis gubernamental.

Los obreros Antonio Otero y Julio Ledesma protagonizaron una acción revolucionaria que trajo la pérdida de 400 pesos, dados por la destrucción de 18 gomas de carretas, 5 tanques de grasa y 500 planchas de zinc. Otros grupos actúan de forma independiente.

Todo esto va creando condiciones para el movimiento huelguístico del 9 de abril. Esta huelga tiene sus bases en la reunión realizada a fines del año 1957 y principios de 1958, donde un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos, se reunieron en La Habana, y por orientaciones del máximo líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, quedó constituido el Frente Obrero Nacional (FON). En esta importante reunión participaron militantes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), Partido Socialista Popular (PSP), Directorio Revolucionario (DIR) y Organización Auténtica (OA).

La lucha contra Batista ha entrado en su etapa final, se hace el llamamiento sin distinción de militancia. El objetivo es unir y dirigir a los obreros en la lucha contra la dictadura. En Céspedes se recibe la orientación por el Dr. Cossío Rivero, coordinador municipal del Movimiento 26 de julio en Florida. El 26 de marzo de 1958, después del medio día, se reúnen todas las organizaciones en Céspedes y queda constituido el Comité de Huelga. La orientación sobre la huelga llega a Céspedes a través de Lorenzo Pérez Milián, miembro de la Dirección del Partido Socialista Popular. La huelga se inició en el central Céspedes, el mismo día 9 en horas de la tarde. La señal del pare fue a través del pito del ingenio; ya estaban debidamente instruidos los delegados, los obreros de cada departamento del central y de las colonias cañeras.

El Cuartel de la Guardia Rural del escuadrón 32 radicaba en el batey del ingenio Céspedes; esto obligó a tomar medidas pertinentes para organizar disciplinadamente a todos los obreros con la más absoluta discreción. La primera acción para ir al paro, orientada por el movimiento, se realizó en la planta eléctrica: Fernando Luis Padrón y Agustín Mauricio fueron los responsabilizados de aflojar las tuercas de los tornillos que aprisionaban la tapa del túnel de enfriamiento de las tuberías generadoras de la planta. De allí se escaparon Morrelles y Barreras, después de desconectar el conmutador que produjo el apagón total del central. Todos los trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo y se incorporaron a la huelga, dirigiéndose a fincas cercanas para ocultarse en pequeños montes.

El suministro de alimentos y medicinas ofrecido a los huelguistas fue recaudado por una comisión de mujeres del Frente Cívico Martiano e integrantes del M-26-7.

Los obreros del central Estrella, al no recibir el aviso a tiempo para la incorporación a la huelga, lo hace el día 10, a las 9.00 AM, en las fincas de los alrededores. Los primeros trabajadores azucareros detenidos por un pelotón de la guardia rural, comandado por el teniente Viamonte, fueron: Antonio Cañales Bueno, (Pimpín), Carlos Díaz Pérez (Chichi), José Ramón Guerra, y por el central Céspedes Jorge Miranda y Primitivo Méndez, quienes serían golpeados por los esbirros de Batista, en la finca “El Quemado”, de Justina Placeres.

Una vez más se incorporaron a la lucha el Frente Cívico de Mujeres y miembros M-26-7 que, congregados frente al cuartel de Céspedes, exigieron la libertad de los detenidos, lo cual se efectuó a las 6.00 PM del día diez de abril de 1958.

Cuando el ejército tuvo conocimiento del lugar donde se encontraba el grueso de los obreros alzados, se dirigió hacia los montes de la fincas de Vicentico Rodríguez y de Mario Varona, utilizando la aviación y más de 70 efectivos, armados con ametralladoras, granadas y rifles automáticos. Llegaron a abrir fuego contra los potreros y pequeños bosques afectando animales, plantas y árboles frutales de la zona.

El coordinador municipal del M-26-7, Arquímedes Cossío, conjuntamente con la doctora Martha González y el farmacéutico cespedeño Ángel Meses, se trasladaron hacia el monte para convencer a Manuel Zamora Lugo

, Aponte y a los demás de que la huelga había fracasado y que tenían que abandonar aquel lugar para reintegrarse al trabajo, entregando todas las armas que poseían. Se acordó que se entregara Manuel Zamora, con las pocas escopetas que tenían, para cumplir lo exigido por el Coronel Dueñas de Camagüey y el tercio táctico.

El día 13 de ese mes (domingo), en el cuartel de la Guardia Rural de Florida, ante el Capitán Morales, el Dr. Cossío y la Dra. Martha informan que al único compañero que encontraron fue a Manuel Zamora Lugo

, con esas armas viejas. Zamora fue liberado, pero con la advertencia de que sería condenado severamente si continuaba las actividades subversivas contra la tiranía, además tenía que lograr que todos los obreros se incorporaran a las labores de la zafra en el ingenio y las colonias. En el central Estrella se tardó tres días en ocupar los puestos de trabajo. A partir de ese momento Zamora, se ve obligado a ausentarse del territorio, siendo nombrado por la dirección de Florida a Agustín Carmona como jefe del M-26-7 en la localidad.

La huelga del 9 de abril sirvió para elevar más la conciencia de las masas trabajadoras y del pueblo en general, así como demostró el poder de convocatoria de los líderes locales.

La represión de las fuerzas de la tiranía durante los meses siguientes provocó la muerte de Saturnino Aneiro

y de Gualberto Galbán Cervante
, asesinados por el ejército batistiano. Tomás Rojas
, incorporado al ejército Rebelde, murió en combate contra las fuerzas del régimen.

Se prepara la ofensiva contra el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, lo que provoca que se agudice la lucha en el territorio, que se caracterizó por la unidad de todas las organizaciones revolucionarias de carácter unitario.

La ofensiva revolucionaria logró la caída del tirano, el pueblo se lanzó a las calles dando vivas a la Revolución. Al ordenarse al huelga general bajo la consigna de ¡Revolución si, golpe de estado no!, dado por Fidel desde Santiago de Cuba, el comité de lucha en los centrales y sus colonias paralizó todas las actividades, así como en los demás sectores. El día primero de enero de 1959 una representación de la dirección revolucionaria y del movimiento obrero cespedeño ocupó el cuartel pacíficamente. El teniente jefe del puesto fue detenido y conducido al vivac de Florida. Por la noche llegan fuerzas del Ejército Rebelde y asumen el control del pueblo.

Condiciones socio-culturales de la vida de la población

La situación social en el territorio se comportaba de la siguiente manera: Un 42 % alcanzaba la cifra de desempleados que engrosaban el ejército industrial de reserva, lo que facilitaba la venta de la fuerza de trabajo, muy por debajo del valor real. El tiempo de trabajo fundamentalmente se correspondía con la duración de los días de zafra. Era un mal terrible ver los padres de familia en el pueblo con la esperanza de encontrar un trabajo, aunque sólo pudiera lograr unos pocos centavos; esto significaba la probabilidad de comprar algún alimento para los suyos, de pagar alquiler por el cuartucho antes de ir al desahucio, o tal vez la posibilidad de adquirir medicina para un hijo enfermo. Esta situación desesperante los llevaba a rogarle al dueño para que los contratara y casi siempre la respuesta era negativa.

El régimen alimenticio, según censo realizado por la agrupación universitaria, el obrero agrícola no disponía como promedio de más de 25 centavos diarios para comer, vestir y calzar. El salario mensual era $ 45.72 como promedio. Las etapas más largas de trabajo llegaban hasta 3 meses, los 9 restantes conocido como tiempo muerto, durante el cual un alto número de trabajadores tenían que vivir sin respaldo económico, a expensas de créditos de comerciantes que explotaban y humillaban.

Los alimentos fundamentales eran arroz, frijoles y viandas; sólo un 11% de ellos tomaba leche, un 4% comía carne, 2%, huevo; pan el 3.36%, harina de maíz el 7%, viandas el 22%, arroz el 24% y frijoles el 23%. La alimentación tenía un déficit de más de mil calorías diarias, con ausencia de vitaminas y minerales fundamentales.

Con respecto a la vivienda se refleja el mismo mal, planteado como problema a resolver en la Historia me Absolverá. Sólo el 1% aproximadamente era de mampostería, el 60% de combinaciones de madera, yagua y piso de tierra y el 7.37% con otras combinaciones de madera y tejas. El 63.96% carecía de duchas o baños, cifras superior que Camagüey y el país, sólo el 10% de las viviendas recibían el alumbrado público, el resto utilizaba acetileno (carburo, luz brillante u otros, el 90%) y el suministro de agua por acueducto no existía.

La salud es descuidada, reflejo del problema nacional, que atraviesa el país. El servicio médico es privado y limitado por el costo de vida de la población y sus trabas económicas. En esta etapa estaba conformado por el Dr. Oscar P. Pérez Zamora en el central Céspedes, en Estrella Carlos M. Campos Martín y en el centro del pueblo el Dr. Ángel Sánchez. El servicio de hospitales se recibía en Florida y carecía de las condiciones mínimas necesarias. Existían clínicas privadas como la de San Juan Bosco, y La Caridad, con consultorio privado del doctor Pérez, todas en la cabecera municipal.

El pago de los medicamentos era una exigencia; con fines comerciales, sólo se regalaba algún medicamento por interés de los viajantes de medicinas para promover su venta, estos entregaban muestras a los médicos y algunas veces se distribuían a los que no tenían recursos económicos, convencidos de que no eran más que campañas para cubrir apariencias, con un reducido grupo no significativo. Otras variantes era la visita de médicos a domicilios, con las mismas exigencias comerciales.

Las embarazadas parían en las casas, atendidas la mayoría por comadronas o recogedoras (mujeres que carecían de título) que existían en el territorio.

Los servicios del Hospital de Maternidad Obrera, que estaba en Camagüey, los obreros que recibían sus servicios tenían que pagarlos.

Los análisis de laboratorio que necesitara un enfermo tenía que pagarlos aparte. Las enfermedades más comunes en los niños eran las respiratorias y diarreicas, y en los adultos eran frecuentes: el tétano, tifus, paludismo, difteria y tuberculosis. Había un gabinete dental privado donde ofrecía sus servicios la Dra. Rebeca Caballero. Existían dos farmacias, la de Ángel Meses y la de A. Castillo.

En Piedrecitas había un consultorio médico del Dr. Federico García Rivero y una farmacia de Luis Reyes. El servicio de enfermería se comportaba de la siguiente forma: con el Dr. Carlos M. Campo Martín, en la posta médica del central Estrella, ejercían los enfermeros Domingo Hernández Valdés (La Ciencia) y Luis Susini Varona. En el central Céspedes, con el Dr. Oscar P. Pérez Zamora, el enfermero Mario Mendoza (Bebo), y como practicante Ofelia Pérez Fariña.

El costo de las consultas era de $ 2.00, además este personal cobraba por la Compañía de Seguros, más una bonificación de la compañías azucareras. Se cobraba una cuota de 2 pesos anuales a los obreros industriales y eran beneficiados sus hijos y esposas.

La mortalidad infantil era elevada, fundamentalmente entre las familias de obreros y campesinos. En ocasiones ante la impotencia y desesperación de la vida, muchos obreros se veían obligados a conceder su voto a un político, para que le brindara ayudara, como única forma de resolver sus problemas. Si en el central azucarero durante los días de zafra se enfermaba un trabajador, esto no constituía ninguna preocupación para los dueños, ya que la mano de obra barata sobraba.

Los datos del censo de 1953, en relación con la enseñanza en Cuba, demuestran el abandono que existía por parte de los gobernantes para llevar esto a todo el pueblo; era miserable la asignación de los fondos sociales para este fin, demostrado en el índice tan elevado de analfabetismo que tenía el territorio.

En este período se recoge la existencia de algunas escuelas en el sector rural que se localizan generalmente en los bateyes de las antiguas colonias cañeras, alrededor de las grúas y en asentamientos campesinos y siete en los poblados de Céspedes, Piedrecitas, Magarabomba.

En este tiempo ejerce como maestra en la escuela del central Céspedes, Felicita Ortiz, destacada luchadora vinculada al movimiento obrero y comunista.

En 1954 se abre el centro escolar “Carlos Manuel de Céspedes”, fundado por Benita Casas, maestra normalista que contó que con la ayuda de las organizaciones y pueblo en general.

El promedio de alumnos por escuelas era de 30 a 40 en su matrícula. Existían otras academias particulares, donde además de la enseñanza elemental se impartirán séptimo y octavo grado, mecanografía y taquigrafía. Entre ellas pueden mencionarse la Academia Robert y la Excélsior.

Las necesidades de la población no se cubrían con estos servicios. En el caso de las escuelas públicas, los padres de los alumnos tenían que costear los materiales de estudio, debido a esto sólo un grupo ínfimo lograba terminar los estudios de la enseñanza primaria.

El deporte en el territorio era descuidado no le preocupaba al gobierno local el desarrollo de atletas ni por esta vía preservar la salud física y mental del hombre. Dentro de los deportes que más se practicaban estaba el béisbol, se destaca como jugador nacional Alejandro Eiriz, que logró participar en juegos mundiales como lanzador zurdo. Además, en el boxeo se destacan atletas como Mario Ortiz, Pedro Juenza y otros en los años 54.

En el año 1952 se participó en los campeonatos calendariados por el club de Deportes, con algunos logros, además hubo participación en todos los juegos escolares, en los azucareros y un campeonato de pecuarios.

Como característica de la sociedad capitalista se mantuvo la discriminación, la que se agudiza más en esta etapa. La racial se manifestó abiertamente, existía la división en sociedades, donde los blancos no podían entrar en la de los negros, ni los negros en la de los blancos.

La política laboral, además de ser discriminatoria por motivos de raza, también lo era por el sexo y la edad. Había numerosas mujeres desempleadas que, para ganar el sustento, se dedicaban a lavar ropas u otras tareas de bajos ingresos. Jóvenes y niños obligados por la miseria, en edad de recibir educación, se buscaban el sustento como limpiabotas, mensajeros y lavadores de autos.

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