Etapa de Colonización

Estructura de la economía y de la sociedad criolla desde la conquista hasta 1700.

Los colonizadores españoles exploraron áreas próximas al territorio desde 1514, si embargo se considera que fue durante la segunda mitad del siglo XVI cuando se realiza la repartición de estas tierras en hatos y corrales. Surgen así, el hato de Magarabomba y los corrales de Urabo, Espinosa, Magarabomba, San Jerónimo, Santa Rosa, Lázaro, Espíritu Santo, y La Concepción.

En breve tiempo, la fertilidad del suelo y la reproducción rápida del ganado contribuyeron a la prosperidad de los colonizadores. No se conocen quiénes fueron los primeros propietarios de tierras. Hay documentos que dan fe de que en 1601 el hato de Magarabomba pertenecía a Hernando Sánchez Mejías, quien lo había recibido de Diego Sifuentes.

Suponemos que este último haya sido uno de los primeros en poseer el mencionado hato.Luego, Francisco Peláez se casa con una hija de Hernando Sánchez Mejías, nombrada Lorenza. De este matrimonio descienden varias generaciones de la familia Peláez, propietarios de la hacienda Magarabomba.

El desarrollo de la hacienda ganadera de 1700 a 1790

Como la ganadería continúo desarrollándose, los hacendados manufacturaban queso y mejoraban los añojos para venderlos. Mientras, en las fincas se producían mucha miel y cera, bien demandadas en el mercado, así mismo se criaban aves y cerdos para el consumo local, cultivaban viandas, granos y frutas. Sobre los propietarios de las tierras en esta etapa han llegado hasta nosotros algunos documentos, sobre traspasos de propiedad u otras transacciones; uno de ellos consigna que en 1730, los títulos de la hacienda Magarabomba, se hallaban agregados a un expediente seguido por Doña Caridad Ramos contra Don Faustino Caballero por denuncia del realengo del hato de Caonao.

En 1754, Francisco y Juana Peláez, además de Domingo Guerra, comparecen ante las autoridades y hacen constar que el hato de Magarabomba había sido heredado por ellos de su padre, Fernando Peláez, y éste a su vez, de Francisco Peláez (su abuelo), que también lo había heredado de Francisco Peláez (su bisabuelo).

Evolución Socioeconómica del territorio entre 1790 – 1848

La ganadería continúa su desarrollo. Los añojos, toretes y toros se destinan al mercado de La Habana. Las reses viejas o con afectaciones se enviaban hacia Puerto Príncipe, donde se sacrificaban y vendían. La madera de los bosques se expedía hacia La Habana y Cienfuegos para la fabricación de barcos.

La compra venta, facilitaba por la relativa proximidad de los embarcaderos de Vertientes y Santa María, trajo importantes ingresos a los productores. Sin embargo, a pesar de no existir datos que lo confirmen, el comercio de contrabando pudo tener notables peso en la economía de la localidad.

A fines del siglo XVIII, existía una creciente producción azucarera, tanto en Cuba, como en las Antillas. Se requerían de muchos bueyes como fuerza motriz y de carne salada para la alimentación de los negros esclavos. Por ser Puerto Príncipe un gran abastecedor del comercio de contrabando, los ganaderos de la localidad debieron de participar y prosperar con el trasiego, dada la cercanía de la villa y de los mencionados puertos.

Se autoabastecían de frutos menores y derivados del ganado .en labores domésticas, como en las variadas actividades agrícolas, se utilizaba mano de obra esclava.

Con el tiempo, ocurre traspaso de propiedad de la tierra por herencia, por venta u otras vías. Esto contribuye a la parcelación de haciendas en fincas. Algunas de esas operaciones fueron: las ventas de Don Telmo Peláez a su hijo Don Simón, por 50 pesos de posesión4, en la hacienda de Magarabomba, en 1794, y la de Doña María de la Paz Rodríguez a Don Simón Justo Peláez por 300 pesos de posesión, en 1796.

Por herencia recibe en 1801, Don Simón, de su padre, 10 pesos de posesión; en 1829, Doña Susana Peláez, obtiene de su progenitor Don Simón un extenso territorio de la hacienda Magarabomba, mas la casa, un chiquero de cerdos, 21 reses, madera talada y bosques de jiquí, un cañaveral, ciento siete colmenas y cuarenta y tres marranas, además, al negro Francisco de Paula y la mulata Gregoria, valorados en 500 y 350 pesos, respectivamente.

En 1832, Don Agustín Olivera hereda de su padre, Juan Francisco, una posesión en el fundo de Magarabomba, que ascendía a 317 pesos y 4 reales. De 1831 data el reconocimiento que hizo Don Remigio Peláez de los 500 pesos de posesión de Doña Trinidad de la Cruz, de casa, tierra y colgadizo contiguo, a razón de un 5 por ciento anual.

En esa misma década el sitio La Entrada de Lázaro, perteneciente a Don Luis de Córdova fue arrendado en 552 pesos y 6 reales5. Cabe mencionar que varias haciendas eran comuneras y sus propietarios no residían en las mismas.

Aunque la ganadería seguía siendo el negocio de másjugosas ganancias, otras mercancías como la miel, la cera, y la madera aportan también ingresos notables. Los cultivos de arroz, maíz, y viandas tenían como finalidad el consumo local. En todos los trabajos en que resultaba factible se utilizaba la mano de obra esclava.

La industria azucarera no había cobrado valor en la economía del territorio, pero en sus lindes, hacia Urabo y San Jerónimo, ya existían trapiches o pequeños ingenios.

En 1805, se funda la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, en el partido de Urabo, la cual sería trasladada a San Jerónimo. Esta parroquia abarcaba los partidos de Urabo, Magarabomba, y territorios limítrofes.

Características Socioeconómicas y estructura político administrativa entre 1840 y 1868.

A mediados de la década del 40 del siglo XIX, comenzó a fomentarse el caserío de Magarabomba; en un punto de cruce obligado, junto al camino que comunicaba a Puerto Príncipe con Morón, instaló su tienda, la primera por estos parajes, Pedro Pablo Aullet, el cual, años más tarde, puso una panadería. Otros establecimientos comerciales fueron surgiendo, como los de Víctor Pindado, José Ajate y Pedro Peláez.

En fecha posterior a 1851 la jurisdicción de Puerto Príncipe se dividía en 10 partidos pedáneos: Guáimaro, Sibanicú, Camagüey, Caonao, Cubitas, Urabo, Magarabomba, Porcayo, Maraguán, y Santa Cruz del Sur. Cada partido contaba con: un capitán pedáneo, que tenía funciones de carácter judicial, administrativo, laboral, etc.; un teniente pedáneo y cabos de rondas encargados de vigilar el territorio, atender el correo, escoltar los presos, y hacer recorridos.

El actual municipio de Céspedes abarca un área que correspondía a los partidos de Magarabomba y una menor parte de Urabo.

Todo parece indicar que el mayor auge económico y una población más numerosa en el pasado siglo se encontraban hacia la parte correspondiente a Magarabomba, donde el caserío de igual nombre fue cabeza de partido. En 1857 se componía de 5 viviendas y un puesto de la guardia civil, uno de cuyos primeros jefes fue el Sargento Savando.

Sin embargo, en los alrededores existían numerosas fincas y tiendas diseminadas a orillas de un afluente del río Caonao y que sumaban 123 habitantes en esa fecha.

El caserío estaba ubicado en la orilla del camino de Morón a Puerto Príncipe. Magarabomba era un partido de 3ra clase; con una extensión de 13 700 caballerías. Al norte limitaba con el mar; al este con el Caonao; por el sur con el Urabo; y por el oeste, con los partidos de Morón y Ciego de Ávila. Abarcaba los cuartones de Altamira, Corojo, Espinosa, Judas Grandes, Magarabomba, Sabanita, y La Serrana. Lo regaban las aguas de los ríos Caonao, Ojo de Agua, Cumanayagua y Mala Recua, y algunos afluentes.

Generalmente era de sabanas onduladas y lo atravesaba el camino de Puerto Príncipe a Morón y el Camino Real del Centro.

Según datos del padrón de 1845, en las fincas había 308 toros, 777 vacas, 386 añojos, 592 cerdos, 66 caballos, y otras especies en menor número. De las tierras, se dedicaban 99 caballerías a pastos naturales, 5 caballerías a pastos artificiales y 11 al cultivo de frutos. Las ventas de esos partidos durante el citado año de 1845 consistieron en: 198 toros, 110 cerdos, 196 tercerolas de miel de abeja, 49 arrobas de queso, 280 cueros al pelo, 16 arrobas de cebo, 520 arrobas de arroz, 496 fanegas de maíz y otras producciones.

Por otra parte las compras de los vecinos consistían en; aceite de comer, vinagre, vino tinto, harina de trigo, ajo, cebollas, chocolates, fideos, café, azúcar, y otros artículos que no se producían en la localidad.

Se utilizaba la mano de obra esclava en el trabajo de los potreros, haciendas de crianzas y estancias de labor. Su número ascendían en esos años a 85 varones y 20 hembras, para un total de 105.

En 1857, el partido de Magarabomba contaba con un sólo ingenio, el Resurrección, situado cerca de donde hoy se encuentra el paradero del Central Ecuador; tenía unas 18 caballerías de caña.

También constituían el partido 36 potreros, 107 sitios de labor y 26 estancias donde se recogía arroz, maíz, frutas, y viandas; en total, contaban con 179 fincas, la mayoría dedicadas a la cría y otras al cultivo. El número reses se elevaba a 5 742; el de cerdos a 5 593; el de colmenas a 5 017: La fuerza de trabajo esclava, ascendía a 347.

En 1863, la población del partido era de 1666 habitantes y estaba compuesta por: - 1038 blancos: (varones 592, hembras 446) - 114 de color (libres) (varones 77, hembras 37) - 514 de color (esclavos) (varones 392, hembras 122)8

En los primeros tiempos, del poblado de Magarabomba se conocía por sus nombres tres calles; San Ignacio, El Matadero y La Castaña. No se ha confirmado el relato de que en esta última calle había una mata de castaño, que fue mandada a talar durante la Guerra del 68 por los españoles, porque los cubanos disparaban contra un fortín oculto en el follaje de dicho árbol.

Al sur se encontraba el partido de Urabo, en el cual existía un centenar de haciendas de cría y de ceba de ganado, con unas 32 000 cabezas de todas las especie de las que unas 20 000 eran vacunas.

Los demás renglones de la agricultura no tenían significación notable en la economía del partido, se reducía a: tres pequeños ingenios o trapiches y a dos decenas de estancias de labor que apenas cosechaban arroz y viandas para saciar a los 900 habitantes del partido, que vivían en unas 166 viviendas diseminadas en los campos y en el caserío cabecera de San Jerónimo.

En 1858, el partido de Urabo tenía 803 habitantes blancos, 95 pardos, y 105 morenos para un total de 1 003 habitantes, de ellos eran esclavos unos 170. Ya en 1862 la población ascendía a 1 062 y 169 el número de casas. El partido estaba atravesado por el Camino Real del Centro, el cual pasaba por el pueblo de San Jerónimo.

La economía del territorio continúa apoyándose en la ganadería, por que el ingenio Resurrección, que pertenecía a Don Pablo Iznaga, ya en 1860 había disminuido su producción como consecuencia de la crisis económica capitalista que se inicia en 1857 y, por consiguiente, el descenso de los precios del azúcar. Esta disminución de los precios restaba estímulo para la producción y provocó la decadencia del ingenio.

En 1867, existe en el cuartón de Sabanita, del partido de Magarabomba, otro ingenio, que pertenecía a Bernabé de la Torre y Varona y que se llamaba El Carmen. Su producción era muy inferior a la del Resurrección, pues en 1868 se obtuvieron 400 arrobas de azúcar blanca, 400 de azúcar quemada y unos 200 cucuruchos9.

En comparación con las ganancias que aportaba la ganadería, los demás productos tenían un carácter secundario. El ganado destinado al comercio se enviaba a las jurisdicciones occidentales, y su venta proporcionaba notables ingresos a los productores locales.

En el año 1851, hubo intentos de edificar una iglesia en Magarabomba, para lo que la señora Margarita Peláez donó el terreno; sin embargo, nunca llegó a materializarse. Algunos afirman que los movimientos conspirativos desviaban el interés por la obra10.

En el año 1863 se inicia la instalación de la línea del telégrafo, la cual pasaría por la orilla del Camino Real del Centro y tendría una estación en San Jerónimo. Durante todo estos años la mayoría de los vecinos del territorio vivían en casas con techo de guano, piso de tierra y paredes de yagua o tablas de palma; aunque muchos eran propietarios de tierras, trabajaban directamente en las labores agropecuarias (incluso algunos que poseían esclavos), porque los impuestos que cobraban las autoridades de la colonia eran altos, lo que obligaba a trabajar arduamente. El nivel escolar era muy bajo, la mayoría de los pobladores eran analfabetos, pues no existían escuelas.

No se disponía de atención médica, ante cualquier dolencia se acudía a remedios caseros o a curanderos.

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