Guerra necesaria

Después de un cuidadoso proselitismo del Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí, se inicia la guerra el 24 de febrero de 1895.

Si bien el levantamiento fue secundado en Camagüey por grupos de jóvenes, es en el mes de junio, con la llegada de Máximo Gómez, cuando realmente la provincia es puesta en pie de guerra.

Esta localidad, uno de los primeros vecinos en unirse al Ejército Libertador fue Tranquilino Cervantes, que desde la anterior contienda había prestado sus servicios en la Brigada de la Trocha. Se alzó con un grupo de familiares y vecinos el 6 de abril de 1895 y llegó a alcanzar el grado de Teniente Coronel.

El 15 de junio de 1895, unos 50 vecinos se reunieron en la finca “San Tadeo” de Rodrigo Rodríguez y, bajo la dirección de José María Blanca, acordaron reunirse con el Coronel Alejandro Rodríguez. El 24 de junio se incorporan a las fuerzas de Máximo Gómez.

La mayor parte de los vecinos del territorio que se incorporaron a la guerra engrosaron las filas de los regimientos “Caonao”, “Agramonte” y “Zayas”.

El Regimiento “Caonao”, a las órdenes de Manuel Rivero Góme de Avellaneda (que inició la guerra con el grado de Comandante), tendría como zona de operaciones la costa sur, desde Vertientes hasta Santa Cruz del Sur y además el barrio de Magarabomba.

El 10 de Octubre de 1895, fue constituido el Tercer Cuerpo de Ejército, bajo el mando del General José María Rodríguez. Se organizaron dos divisiones, la 1ra y la 2da, a esta última, también llamada del Oeste; perteneció el actual territorio cespedeño, al mando del general de brigada Maximiliano Ramos.

La organización civil del territorio contó con prefectura en Magarabomba y San Jerónimo. En el caso de Magarabomba constituían el personal, además del prefecto y sub.-prefecto, 16 auxiliares, 2 secretarios, 6 jefes de postas, 19 postillones, el maestro armero y dos jefes de predios.

Durante la guerra ocuparon la responsabilidad de la prefectura de Magarabomba Cirilo Madrigal y Ramón González, este último español de nacimiento y comerciante de la ciudad de Puerto Príncipe. La prefectura disponía además, de varios empleados encargados de atender necesidades de la población, como fueron la matanza de reses y la distribución de carne a los vecinos.

En la finca “Quemado de Rodríguez” radicaba un taller del ejército li Magarabombabertador, donde se construían fustes y estribos para monturas, se reparaban armas de fuegos, se fabricaban machetes, bocados para frenos, espuelas y otros útiles de guerra. Había un departamento de zapatería donde se elaboraba un calzado de gran calidad. En el departamento de talabartería se confeccionaban alforjas, maletines, cartucheras y bandoleras.

Al frente de este taller se encontraba Esteban Mola, Benjamín González, Francisco Cervantes, Enrique la Rosa y Juan Almanza. Contaba con unos sesenta operarios con los cuales producía 300 o más pares de zapatos mensualmente, 25 ó 30 monturas y otros artículos, todos con destino al Ejército Libertador.

Posteriormente, existió un taller en la loma que se conocía con el nombre de Pineda. Este taller se instaló en la finca Ocujal, pero al ser destruido por el enemigo, fue reinstalado en la Loma de Pineda. Estaba dirigido por Francisco Carnesolta. También en la finca “San Tadeo” radicó un taller de Zapatería y Talabartería, a las órdenes de Antonio Basulto Castro, con cinco operarios de ambos oficios.

Otro taller donde se realizaban los mismos oficios funcionó en la finca Mijial y fue dirigido por José María Blanca. Con lo que estos talleres producían, se podía equipar un soldado, prácticamente con todo lo necesario para la vida en campaña.

Por tanto, puede considerarse que ese fue el más valioso aporte que hizo la localidad a la Guerra de Independencia.

El propio emplazamiento de varios talleres nos hace pensar que esa fuera la causa por la cual no se produjeron más combates en el territorio, pues era preciso evitar todo acto que atrajera al enemigo a estos puntos y los hiciera escenario de frecuentes incursiones por parte de los españoles.

Una de las acciones más exitosas de la guerra, que determinaría su curso posterior, fue la invasión a las provincias occidentales. Esta localidad fue testigo del paso de los dos grandes jefes, Máximo Gómez y Antonio Maceo , durante la campaña invasora.

El 25 de octubre de 1895 llega y pernocta el General Máximo Gómez con su columna invasora en Ciego Escobar, lo cual registra en su diario:

24 – Las Guásimas, Todos los Santos y Divorcio a la Ciega

25 – Jesús María a Ciego Escobar

26 - Piedrecitas, Cieguito

27 - Lázaro, San Diego

El 25 de noviembre del mismo año, a las 4:00 pm, llega Antonio Maceo al mismo punto (Ciego Escobar), procedente de Hato Arriba, donde había tenido su anterior campamento. Acampada la columna, dirige una carta al General Máximo Gómez en la que, entre otras informaciones, le da cuentas sobre el completamiento de su columna invasora.

En ese mismo campamento y en la propia fecha, se da a conocer a Antonio Maceo el acuerdo del Consejo de Gobierno el día anterior, en la sesión celebrada en Hato Arriba, en que se prohibía la zafra a todas las fincas azucareras establecidas en el territorio de la República en Armas. Antonio Maceo, desde Ciego Escobar, el 26 de noviembre de 1895, cursará una carta al secretario de la Guerra en la que le comunicaba su inconformidad con la medida.

El día 26, celebra sesión el Consejo de Gobierno en el referido campamento, donde se toma el acuerdo, a propuesta del Secretario de la Guerra, de poner en vigor la Ley Orgánica Militar, dictada durante la guerra de los Díez Años. Se acordó, además, que entre las instrucciones al Comisionado Especial, Doctor Joaquín Castillo Duany, se le facultara para contraer un empréstito en la República Dominicana, recibir las cantidades que hubiesen recaudado los clubes patrióticos en aquella república y contraer otro empréstito en la República de Haití.

El 27 por la madrugada la columna invasora salía de Ciego Escobar tomando el camino por San Jacinto y Santa Fe, acompañada por hombres del regimiento “Agramonte”, muchos de los cuales eran vecinos de esta comarca.

El siguiente campamento fue en El Colmenar (en los límites del actual municipio con la provincia de Ciego de Ávila).

El haber sido nuestra zona, por su posición estratégica, seleccionada por los principales jefes de la guerra como vía y sitio de acampada de las columnas invasoras de Máximo Gómez y Antonio Maceo , estimuló y promovió el entusiasmo y la confianza de la comunidad en el triunfo de la causa.

En mayo de 1896, se produce el regreso de Máximo Gómez a Camagüey; el 28 acampa en El Ocujal y el 29 en Ciego Escobar, donde al tener noticias de que numerosas comisiones de pacíficos de Puerto Príncipe se dedicaban a recoger ganado para llevar a la ciudad, ordenó que tres oficiales de la escolta, (los Capitanes Manuel Ramírez, Tomás Olivera y Pedro Sosa), salieron en persecución de esos transgresores, los hicieran prisioneros y condujeran al cuartel general. El día 31 a las 6.00 am, Maximo Gómez continúa su marcha y acampan en “El Consuelo”.

El 17 de diciembre del propio año, regresa el General Máximo Gómez, en camino hacia las Villas, acampa en “Ciego Escobar”; allí recibe periódicos de Puerto Príncipe y de La Habana, los cuales confirman la noticia de la muerte de Antonio Maceo y de Francisco Gómez Toro.

Mientras permanece en este lugar, un tribunal de honor, por orden del General en Jefe, y por denuncia hecha por la Secretaría del Interior, juzga a Bernabé Boza, uno de los más cercanos colaboradores de Máximo Gómez. El tribunal lo declara inocente y manifiesta su desagrado por la acusación, que parece haber sido una maniobra contra el General Máximo Gómez.

Allí se incorporan a la tropa el Teniente Coronel Enrique Loynaz del Castillo y el Capitán Luis Mola, quienes con más de 200 villareños pertenecientes al elemento civil de la Revolución, tenían la misión de ayudar a conducir armas y municiones al occidente de la Trocha. El 20 continúa su trayecto hacia Las Villas y acampa en “El Cieguito”.

El 3 de julio de 1898 se enfrentan fuerzas cubanas del Comandante Francisco Cabrera, J’ del Cuarto Escuadrón “Agramonte” a huestes españolas en la finca La Quinta. Se generaliza el combate en Urabo, adonde acuden tropas mambisas de los generales Maximiliano Ramos y Luis Díaz, así como del Coronel Barreto, el Comandante Rogelio Mora, Vicente Monteagudo y otros.

En ese año de 1898, se producen la intervención norteamericana en Cuba y el fin de la guerra, nuevamente sin haber alcanzado la independencia.

En condiciones de ruina casi total, tuvieron los vecinos que iniciar su recuperación. Varias fincas se parcelaron y se vendieron para remediar la situación económica. Esto hace que la población de la localidad se incremente, pues muchos de los que habían terminado la guerra en el territorio se establecieron definitivamente, aunque procedían de otras provincias. Según los datos del censo de 1899 la cantidad de población se conformaba así: Barrio de San Jerónimo 986 habitantes Barrio de Magarabomba 1 304 habitantes

Es importante resaltar, independientemente de la mayor o menor participación de todos, la significación de Tiburcio Lambarri Peña, español de nacimiento, que hizo suya la causa de la independencia de Cuba. Fue no sólo un hombre de acción, sino también de ideas muy avanzadas, como puede apreciarse en los fragmentos de algunos poemas suyos que se reproducen y que reflejan sentimientos y esperanzas en aquel momento difícil:

Por mi suerte o mi desgracia

Amando la democracia

Defiendo la libertad,

Yo proclamo la igualdad

Abajo la aristocracia.

En versos que dedica al Teniente Coronel Manuel Rivero Góme de Avellaneda Jefe del Regimiento Caonao expresaría:

Con las armas en la mano

y la confianza en el pecho

esperemos el derecho

del noble pueblo cubano,

ya capituló el tirano,

ya viene la claridad

una estrella indica el día

es sólo la estrella mía

emblema la libertad.

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