Intervención norteamericana

Intervención norteamericana hasta 1925.

En los años de la intervención norteamericana (1898-1902), al ofrecerse franquicias al capital yanqui en Cuba, este se invirtió fundamentalmente en la industria azucarera. La provincia de Camag?ey se mantenía siendo eminentemente ganadera, pero ya se iniciaba en la producción de azúcar.

Hasta 1900, el territorio del actual municipio estaba compuesto, fundamentalmente, por fincas rústicas dedicadas a la cría de ganado vacuno, explotación forestal, cultivos de frutos menores y en menor escala los cultivos de caña de azúcar.

Ni durante la intervención, ni los primeros años de la república neocolonial, los dueños de fincas estuvieron bajo la amenaza de los monopolios norteamericanos, favorecidos tanto por el gobierno interventor como por el de Tomás Estrada Palma, pues el territorio no despertó en los inversionistas yanquis intereses inmediatos.

En 1901 se inicia la construcción del tramo de ferrocarril entre Ciego de Ávila y Camagüey que se concluyó el 30 de mayo de 1902. Esta vía desempeñó un papel importante en el desarrollo económico de la provincia y de este territorio.

El paso del ferrocarril facilitó el auge de la explotación forestal, pues se construyó un aserradero junto a la línea, en el lugar donde hoy se encuentra la esquina de la calle No. 12 y San Jerónimo. Posteriormente fue creado otro aserradero donde más tarde surgió el poblado de Piedrecitas.

La existencia del ferrocarril y de tierras fértiles estimuló el cultivo de la caña de azúcar y el surgimiento de centrales azucareros. Al iniciarse la segunda década del siglo XX, se construye un central junto al poblado de Piedrecitas.

Las principales gestiones estuvieron a cargo de Antonio Rodríguez Quesada, terrateniente local. Otros interesados se incorporaron anteriormente al proyecto, entre ellos: Faustino Quirch y Benjamín Marchena. Al concluir la obra e iniciar sus moliendas en 1914, el central era propiedad de una compañía formada por inversionistas cubanos, que tuvo como nombre Camagüey S.A.

El central Camagüey inicia sus labores productivas el 24 de febrero de 1914. Su capacidad diaria de molida fue de 150 000 arrobas. Llegó a estabilizar una producción de 100 000 sacos en cada zafra.

En ese año 1914 estalla la 1ra Guerra Mundial, la cual afectaría la producción remolachera en Europa y el precio del azúcar se elevaría. Este hecho estimuló la confección de nuevos centrales.

En 1916 realiza su primera zafara el central Céspedes, construido por iniciativa de Antonio Pérez Mier, Vicente González Pérez y otros socios (7 en total). En esa primera zafra se fabricaron 30 071 sacos de 325 libras. A partir de 1918 muele también el central Estrella, construido por Domingo León, natural de Islas canarias. En su primera zafra produjo 27 000 sacos.

Después de 1920, como resultado de la recuperación de la producción remolachera en Europa, descienden vertiginosamente el precio del azúcar y las exportaciones, lo cual provoca una crisis en la economía.

Las ganancias del central Céspedes, en 1924 __cuyos propietarios habían hecho grandes inversiones y se habían endeudado con los bancos norteamericanos__ no permitieron cumplir los compromisos con los acreedores. Por esta razón los capitalistas extranjeros se apropian del central, el cual pertenecería ahora a la compañía norteamericana Céspedes Sugar Company.

En 1924 el central Estrella, y en 1925 el central Camagüey, pasan a manos de capitalistas norteamericanos a través de procesos judiciales. Estos dos centrales son adquiridos por la compañía Vertientes Sugar Company, la cual a partir de ese momento se nombra Vertientes- Camagüey Sugar Company S.A.

Como era de esperar, las plantaciones cañeras conformaron latifundios bien por la compra de tierras, bien por presiones, e incluso, por la ocupación de tierras por la fuerza, como ocurrió con Ana Josefa Quesada, de cuyas tierras se adueñó la Vertientes- Camag?ey y la sembró de caña. La propietaria presentó demanda ante los tribunales.

El juicio se celebró en La Habana y el fallo favoreció a la demandante, a quien la compañía tuvo que indemnizar con 60 mil pesos; pero el 21 de febrero de 1926, Ana Josefa Quesada fue asesinada por 2 bandidos pagados por la compañía, que logró así consumar la expropiación de la finca San Joaquín. Otro ejemplo de latifundio lo constituyó el central Camag?ey que llegó a tener 600 caballerías de tierra, de ellas 400 sembradas de caña; el Céspedes, por su parte, tenía 200 caballerías; y el Estrella 1600, de estas, 950 sembradas de la gramínea. Así mismo, se fueron organizando colonias que tenían alrededor de 20 caballerías, al frente de las cuales existía un mayoral.

Por lo general, en la colonia se erigía junto a la línea una grúa, hacia donde se tiraba la caña en carretas, se llenaban los vagones ferroviarios y se conducían al central.

En solo unos años se había producido un cambio brusco en la economía del territorio con el advenimiento del ferrocarril. En consecuencia, el auge de la industria azucarera disputó la preponderancia de la ganadería y aceleró la destrucción de los bosques.

Situación sociopolítica.

Los datos del censo de 1899 muestran una sensible disminución en el ritmo del crecimiento de la población, como consecuencia de la guerra. A partir de esa fecha, la población del territorio cespedeño crecería debido a la llegada de inmigrantes.

Durante la intervención de Estados Unidos, el gobierno interventor organizó sus instituciones represivas. En Magarabomba se crea un puesto de la guardia rural, el cual estaba constituido por un sargento y 6 soldados emplazados en el caserío.

En esos años se avanza en la construcción del ferrocarril, hasta mayo 1902 en que llega la vía férrea a la ciudad de Camaguey. A partir de entonces surgen varios núcleos de población a lo largo de la línea.

En el sitio en que se cruza el ferrocarril con el camino de San Jerónimo a Magarabomba surge un embarcadero, pues la madera que antes se enviaba por los puertos de la costa sur, ahora podía ser embarcado por ferrocarril; incluso desde San Jerónimo se traía la madera a este punto, por lo que, en sus inicios, recibió el nombre de Embarcadero de San Jerónimo.

El paradero o embarcadero de ferrocarril y posteriormente el aserradero, dieron lugar a la formación de un caserío que sería el núcleo inicial del poblado. Entre sus primeros pobladores figuran Tiburcio Lambarry, Antonio Pérez, Paulino González, los hermanos Montejo, Wallase Griffin y otros.

La casa de Tiburcio Lambarry aún se conserva y es considerada la fundacional, de hecho Tiburcio y otros vecinos, algunos veteranos de la Guerra de Independencia, fueron quienes propusieron llamar Céspedes a la nueva comunidad, como homenaje al Padre de la Patria.

La actividad económica, fundamentalmente relacionada con la madera, hizo que el poblado fuera creciendo en los 4 años siguientes. En el mismo 1902 se instaló en el lugar la primera tienda por Rafael Vergara, aunque en 1906 un incendio destruyó la mayor parte del caserío de Céspedes. Este fue reconstruido en poco tiempo por los propietarios y vecinos.

En aquel 1906 se construye la primera escuela pública, cuyo maestro fue Antonio Pita Camacho. En 1913, se construye una segunda escuela de 2 aulas en la calle que después se conoció como Correo Viejo. En 1918 se construyó otra escuela en el barrio de Yaguarama; en un aula se atendían los diferentes grados.

Posteriormente se abrieron escuelas en los bateyes de los centrales Céspedes y Estrella. En este último ejercía la maestra Herminia Juárez, quien con sus alumnos, sembró un árbol en el parque del batey. Varios años después, los obreros darían a ese árbol un simbolismo especial: “El Árbol de la Libertad”, donde se reunirían con frecuencia para exigir demandas a los patronos.

El 10 de noviembre de 1913, el Ayuntamiento del Municipio de Camag?ey, acuerda la urbanización del poblado de Céspedes. En esta fecha cuenta con 8 calles, 12 manzanas y una plaza. En 1913 se nombró el primer policía municipal, que fue Vicente Rodríguez. En 1914 se crea un puesto de la Guardia Rural, bajo la dirección del cabo Manuel Fermín Vicedo.

Las primeras instituciones religiosas que se instalan en el poblado fueron un templo Bautista, en 1905 y la iglesia Episcopal en 1917. Como instituciones fraternales se organiza La Gran Orden de la Perseverancia y La Logia Masónica. En 1915 se construye el teatro y en ese mismo año se organiza la sociedad El Liceo a iniciativa de Augusto Moreno y Francisco Ibarra.

El Alba, sociedad para personas de color, y la sociedad China, fueron creadas en 1918.Se establecen sucursales de los bancos nacionales en 1918, e internacional, en 1920.

El primer médico que tuvo su consultorio en el pueblo fue el Dr. Santurio R. Tena Lambarry, quien promovió la creación del Cementerio.

En 1907 ha ido surgiendo otro caserío junto a la línea central, en terrenos pertenecientes a la finca Las Piedras, propiedad de Antonio Rodríguez Quesada, el cual en 1908 realiza una parcelación de solares. Se forma así el pueblo de Piedrecitas. Entre sus primeros habitantes se encontraban: Francisco Carnesoltas, Francisco Alcántara, Cirilo Madrigal y otros.

Se instala además un colmenar, propiedad de Antonio Álvarez y una zapatería. En 1908 se inaugura la primera escuela pública y su primera maestra fue Mirtila Padilla Céspedes, quien inició sus clases en la casa de Cirilo Madrigal, hasta que fue construido el local.

Se instaló un puesto de la Guardia Rural. El primer médico de Piedrecitas fue el Dr. Enrique Mouset Zayas; y la primera farmacia, fue la del Dr. Conrado Escobar. El 10 de Julio de 1923, fue inaugurada la Sociedad Unión Club, iniciada por Plácido Main, Gumersindo Bársenas y otros. En los primeros años de la década del 20 se instala una planta de hielo.

Tanto en Céspedes, como en Piedrecitas, la electricidad era generada por plantas de poca potencia que ofrecían servicios durante algunas horas. Estas eran propiedad de compañías locales, cuyos accionistas principales fueron Aurelio y Carlos García. En 1925, la Compañía de Electricidad compra estas plantas y extendió sus servicios a ambos poblados.

El ferrocarril y su consiguiente repercusión en la economía, dieron lugar al surgimiento de estos poblados y al incremento de la población, como muestra el censo de 1907, año en el que el barrio de Magarabomba tenía 1484 habitantes y el de San Jerónimo 1593.

La instalación del ingenio Camagüey representó un fuerte impulso al pueblo de Piedrecitas. De la misma forma los dos centrales que surgen dan una imagen de prosperidad a la zona, mientras, los obreros que producen las riquezas sólo reciben migajas.

En busca de trabajo van llegando inmigrantes procedentes de otras provincias e incluso de otras naciones. Entre los extranjeros vienes numerosos gallegos, canarios, chinos, etc. La necesidad de brazos para el corte de la caña hace que se introduzcan en Cuba trabajadores antillanos. 3

Una parte de los trabajadores que venían de otras provincias regresaban a sus lugares de origen al finalizar la zafra, otros vinieron con sus familias o se quedaron y la constituyeron en el territorio. Así se poblaron de bateyes las colonias de los centrales.

La primera casa que se erigía era la del mayoral, después se construían el barracón para los braceros que venían a hacer zafra, y para haitianos y jamaicanos que cohabitaban de modo permanente. En cada batey se fue construyendo también una tienda San Rafael, La 35, Castillo, Maria Luisa y otros bateyes surgieron así.

Todo esto hace que, según el censo de 1919, la población del territorio se haya multiplicado desde 1907. El barrio de San Jerónimo cuenta ahora con 7181 habitantes y el de Magarabomba con 3 642. Por su parte en el poblado de Céspedes se domicilian 1 018 habitantes; y en el de Piedrecitas, 1 083.

Los barrios de Magarabomba y San Jerónimo pertenecían al municipio de Camagüey, al estar relativamente alejados de la cabecera municipal y provincial, no fueron de los más beneficiados con las escasas obras públicas que se hacían a pesar de ser importantes contribuyentes.

Entre los pocos funcionarios públicos que se conocían en la localidad estaba el alcalde del barrio de Magarabomba, que radicó en ese poblado hasta 1913, en que Orfilio Peláez, quien desempeñaba el cargo en aquel momento, trasladó la alcaldía para Piedrecitas.

Tras las elecciones fraudulentas de 1916 se altera el clima político. Mario García Menocal, del partido Conservador, es reelecto Presidente de la República. Los liberales se alzan dirigidos por José Miguel Gómez. Este enfrentamiento armado fue conocido como “La Chambelona”. En Camagüey, los liberales con Gustavo Caballero, al frente dominan la capital provincial.

Entre tanto, las fuerzas leales al gobierno de Menocal, a bordo del crucero “Cuba” desembarcan por la costa sur, cerca de Stewart, ocupan Ciego de Ávila, Jatibonico y se dirigen a Camagüey. Céspedes y Piedrecitas estaban en poder de los liberales insurrectos.

En Piedrecitas cuando las fuerzas de Menocal llegan en tren, son envestidas por los alzados. Los menocalistas responden al fuego y cuatro son heridos, que los alzados se llevan a caballo mientras se repliegan; así los menocalistas recuperaron el pueblo. En Céspedes también hay enfrentamientos y los alzados tuvieron un muerto y tres heridos.

Los menocalistas llegan a Camagüey el 26 de febrero. Las refriegas continúan hasta el 21 de abril en que es hecho prisionero el jefe de los insurrectos. Una vez más hubo injerencia de Estados Unidos, de cuyo gobierno reclamó apoyo Menocal.

Durante varios años políticos radicados en Florida, con el apoyo de algunos de Piedrecitas y Céspedes, realizaron intensas gestiones por constituir un nuevo municipio, que abarcara los barrios de Magarabomba y San Jerónimo, y que tuviera como cabecera el pueblo de Florida. Detrás de todo ese movimiento se encuentran los intereses políticos de los partidos Liberales y Conservador.

El día 5 de mayo de 1924, el Senado de la República aprobó la creación del término municipal de Florida y el 15 de diciembre del mismo año, en un acto solemne, es constituido el municipio y toma posesión Ángel Egusquiza Aguilar como primer alcalde de Florida.

La constitución de este municipio, al cual pertenecían ahora Céspedes y Piedrecitas, acercó estos pueblos a la vida política del país, pues el ayuntamiento y las aspiraciones de algunos políticos, las promesas que no se cumplían y la propaganda en busca del voto, todo les concernía ahora más. Sin embargo, estas comunidades recibieron muy escasas obras con los fondos del ayuntamiento.

Crecimiento y características de la clase obrera.

El movimiento obrero de Cuba comienza a dar sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX. Las primeras organizaciones obreras estaban bajo el control de españoles. Con el desarrollo ascendente del capitalismo, no obstante, el movimiento obrero ganaría en organización y cohesión.

Durante la intervención, en los albores del siglo, en varias fincas de nuestro territorio laboraban algunos obreros sin conciencia de gremio y clase. El no tener industrias o empresas que dieran empleo a muchos, serían obstáculos para la organización proletaria.

En septiembre de 1904 se funda la primera organización de trabajadores rurales, con el objetivo de defender sus derechos. Reunidos en San Rafael, unos 50 obreros agrícolas del poblado de Maragabomba, eligen la junta directiva, integrada por: Francisco Bermúdez Padilla, presidente; Benjamín Hernández Álvarez, vicepresidente y José Dolores Zayas, secretario.

Con la construcción de los centrales Camagüey, Céspedes y Estrella, y el comienzo de sus moliendas, se va conformando una clase obrera numerosa, sometida a la explotación capitalista, pues el trabajador laboraba en la industria jornadas de 12 horas diarias y recibían salarios extremadamente bajos.

La clase obrera de la localidad, constituida por personas que siempre habían residido en la región, trabajadores que venían de otros territorios, de otras provincias e inmigrantes de varias nacionalidades: canarios, gallegos, chinos, jamaicanos y haitianos; resultaba una masa obrera sumamente heterogénea, lo cual dificultaba conciliar sus intereses y organizarse.

En contraposición con el español y el cubano, el obrero antillano se conformaba con recibir muy poco, incluso en algunos casos estaban dispuestos a trabajar solamente por la comida. Esto impedía que los obreros se unieran y lucharan por recibir mejoras, pues podían ser desplazados por otros dispuestos a devengar peor jornal.

No obstante, en octubre de 1917, se inició una huelga de los trabajadores azucareros, en reclamo de jornadas de 8 horas y un incremento salarial del 25%. El movimiento se extiende a varios centrales en la provincia, incluido en el central Céspedes.

Como resultado de la crisis económica de los años veinte, aumenta considerablemente el costo de la vida en el país, disminuyen el ingreso de los obreros y empeoran las condiciones de trabajo. El gobierno y las compañías norteamericanas son insensibles ante las necesidades del trabajador.

El 12 de diciembre de 1922 explota la caldera en el central Estrella y la cifra de víctimas ente muertos y heridos se eleva a 40. Ante la calamidad, el gobierno y la administración se muestran indiferentes. Sólo les concierne el lucro. El juez ordena suspender la remoción de escombros, cuando aún se sospecha que yacen obreros con vida bajo los restos de las máquinas; pero la protesta popular obliga a que las faenas de rescate continúen.

Del gobierno central, el administrador recibe un telegrama en el que le comunican que se ponen a su disposición cuantos auxilios y recursos resulten necesarios para los familiares de los obreros muertos, así como para los heridos y abandonados en la miseria y el dolor.

En toda Cuba se había iniciado un auge en el despertar de la conciencia de la clase obrera y en la combatividad de los trabajadores, después del triunfo de la Revolución de Octubre, en Rusia. En esto influye además el agravamiento de las condiciones de vida de los obreros, que son los más afectados por la crisis económica que se vive en el país. Numerosas huelgas estallan en varios sectores.

Por ejemplo, el 3 de enero de 1924 se inicia una huelga de trabajadores agrícolas azucareros de la provincia, en la que participan los trabajadores de este territorio y en la que se reclaman aumentos salariales por el corte y alza de caña. La huelga fue respaldada por los trabajadores industriales. Se obtuvieron algunos logros. Posteriormente el gobierno persiguió y reprimió a muchos de los participantes.

El 9 de septiembre de 1924 se inicia una de las mayores huelgas que se recuerdan en la localidad. El movimiento comenzó en el central Morón y se extendió por varios centrales del país, incluyendo al Camagüey, Céspedes y Estrella. Además, participaron en ella los trabajadores de los ferrocarriles, dirigidas por Enrique Varona.

El propósito fundamental era reclamar aumentos de salarios. En estos tres centrales, el principal organizador de la huelga fue Gerardo Gómez Borrachero, herrero del central Céspedes, de nacionalidad española y tendencia anarcosindicalista. Los huelguistas organizaron comités de abastecimiento y cocinas económicas en que se preparaban los alimentos colectivamente para los compañeros de la huelga.

El gobierno lanzó una fuerte represión contra los trabajadores. La Guardia Rural desalojó de sus viviendas a los familiares de los huelguistas. Las cocinas económicas fueron destruidas, se añadía luz brillante a los alimentos y se les prendía fuego. Con el plan de machete fueron golpeados muchos obreros.

Varios trabajadores extranjeros que participaron en el movimiento fueron acusados de terroristas y deportados del país, como ocurrió en el caso de Gerardo Gómez Borrachero. A pesar de la violencia, la unidad entre todos los trabajadores hizo que, con la mediación del gobierno, se discutiera con la administración y se obtuvieran discretos logros.

Esta fue la primera oportunidad en que los trabajadores cespedeños participaran en un movimiento organizado de gran magnitud. Resultó una valiosa experiencia que demostró la necesidad de organizarse y mantenerse siempre unidos.

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