Guerra de los diez años

En 1868 la situación socioeconómica en todo el país era difícil dada la crisis económica, los altos aranceles dificultaban el comercio de Cuba con otros países, los impuestos a las propiedades y la poca atención por las autoridades españolas a las necesidades de la población.

Tras el levantamiento del 10 de Octubre de 1868 protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, y ante el llamado de la Junta Revolucionaria de Camagüey, muchos dueños de fincas se alistaron o la costearon.

Cuando se organiza la administración civil de la República de Cuba en Armas, esta región formaría parte de la prefectura de Caonao; con posterioridad se creó la prefectura de Magarabomba

Al inicio de la guerra el territorio es asignado conjuntamente a la primera Brigada, al mando del Coronel Manuel Boza , y a la 5ta Brigada, o de Caonao, al mando del Coronel Manuel Agramonte Porro. A principios de 1870, cuando se reorganiza el territorio del Distrito de Camagüey, aquellas fuerzas constituyen la primera Brigada, del oeste o de Caonao, como también se le conocía.

A finales de 1869, se instala la imprenta La Libertad, en la finca Jesús María. En ella se imprimía el periódico El Cubano Libre, órgano oficial de la República en armas. Por ser de montes intrincados fue escogido este sitio, y por pertenecer la finca a los esposos Francisco Escobar Montejo y Encarnación Varona Socarrás, los cuales fueron encargados por el gobierno de la República en Armas del sostenimiento de tipógrafos e impresores. El Director del Periódico era Clodomiro Betancourt y colaboraban Salvador y Miguel Cisneros, Carlos Betancourt, Antonio Oropesa, entre otros.

Salvador Cisneros escribió e imprimió en yagua una décima que dedicó a una joven vecina de la finca y que es la más antigua obra literaria que se conoce, escrita en el territorio.

Desde este humilde rincón

Donde resido !oh! Corina,

Entre selvas y colinas

Por ti late el corazón.

Al hacer esta inspiración

En lindo papel de yagua

Por ti enciendo la fragua

Y el pecho en ardiente pira

Y recuerdo a mis guajiras

Las indias en sus piraguas.

Esta imprenta tuvo primordial importancia durante la guerra, pues en ella se imprimieron documentos como la “Proclama a los Camagüeyanos”, de Ignacio Agramonte , cuando en enero de 1871 reasume el mando de Camagüey.

El 29 de junio de 1871, guerrillas españolas incendiaron el caserío, pero no lograron hacer prisioneros. Aunque la imprenta quedó intacta, los españoles arrasaron con libros, tinteros, papeles, y otros materiales, por lo que fue trasladada hacia un lugar más seguro, fuera de la localidad.

En el año 1870 llega al territorio camagüeyano, procedente de Las Villas, el oficial del Ejército Libertador Leonte Guerra Cisneros, quien opera en la zona de Magarabomba y alcanza el grado de Coronel. Ese año los españoles lanzaron una fuerte ofensiva contra los campamentos insurrectos y sus familiares.

El Mayor Ignacio Agramonte había renunciado al mando del departamento, por discrepancias con el Presidente de la República en Armas , Carlos Manuel de Céspedes. En los primeros días de 1871, sin embargo, a propuesta de Céspedes, Agramonte acepta reasumir el mando de Camagüey, en uno de los momentos más difíciles de la guerra, justo cuando varios mambises desertaban.

Es precisamente hacia este territorio donde se dirige El Mayor Ignacio Agramonte , pues conocía la actitud no confiable de los jefes de la Brigada de Caonao. En diferentes oportunidades entre 1871 y 1873, El Mayor y sus huestes recorren la localidad, favorecidos por bosques de los alrededores de Ciego Escobar, Piedrecitas, Guanábano y atravesados por veredas que conducían a los diversos saos y quemados y a las sabanas de la parte norte que abarcaban las zonas de Magarabomba y de Lázaro. Además, recibían abastecimientos y albergue en el Taller de Piedrecitas .

En el diario de operaciones, El Mayor Ignacio Agramonte hace constar que el 24 de enero de 1871, recorrió el taller dirigido por Esteban Mola. El día 25 a las 9: 00 am, se presenta el enemigo procedente de Los Jagüeyes, por la vereda de Magueyes, y se le hace fuego durante 20 minutos por parte de la emboscada cubana.El 21 de febrero, visita de nuevo el taller de Piedrecitas donde permanece unos días y son atendidos los heridos. Los días 4 y 5 de mayo, en Limpio Grande, se celebra una reunión con fuerzas subordinadas.

Otros puntos recorridos por Ignacio Agramonte en aquellos meses fueron: Quemado de Rodríguez, Las Piedras y Camino de San Jacinto, lugar este último donde permanece los días 8, 9, y 10 de junio de 1871 junto a las fuerzas de Caonao, dirigidas entonces por el coronel Manuel Agramonte Porro. Del 11 al 13 del mismo mes, acampa en Ciego Escobar.

Estos frecuentes contactos tenían el propósito de levantar la moral combativa de las fuerzas que radicaban en la zona, sin embargo, en ese año 1871 se produce la traición del coronel Manuel Agramonte Porro, quien se presentó ante los españoles acompañado de varios oficiales y tropas. Es entonces cuando se designa para el mando de la Brigada de Caonao al Coronel Manuel Suárez Delgado.

En 1872, se asignó el territorio a las tropas de Las Villas, al mando del Coronel José González Guerra; las cuales compartían esta responsabilidad con la brigada de Caonao. Un año antes en el combate de Trinidad de Holano (en la parte occidental del actual municipio), las fuerzas del general Francisco Villamil derrotaron de forma contundente a los españoles: nueve muertos y gran número de heridos fue el saldo de estos. Francisco Villamil fue herido de gravedad.

Los días 8, 9, y 10 de enero de 1873, Ignacio Agramonte recorre Espíritu Santo, Ciego Escobar (donde hace campamento los días 8 y 9), Quemados, Jagüeyes, San Rafael, El Tínima, Camino de Magarabomba y Candelaria.

El 24 de enero de 1873, a las 4: 00 pm, bajo un copioso aguacero, tuvo lugar el combate de Ceja de Lázaro. La avanzada cubana sorprende a una de las guerrillas de la columna española que venia tras sus huellas. El terreno es una sabana con abundantes peralejos y guanos. Rechazada la avanzada cubana por el empuje enemigo, unos 300 jinetes españoles aparecen de golpe en el campamento; Ignacio Agramonte ordena a la caballería detener el ataque y que le siga la infantería. Ante la sorpresa, los jinetes camagüeyanos entraron en acción sin haber puesto las monturas y su pericia permitió repeler la acometida. Después de fuerte lucha hubo que dejar el campo al enemigo, que confesó cuatro muertos y once heridos. Las bajas cubanas fueron tres muertos y seis heridos.

Durante los días posteriores, El Mayor Ignacio Agramonte se estaciona en Piedrecitas, reorganizando sus hombres y procura atención para los heridos. El 27 del mismo mes sale y pasa por Ocujal, Quemado de Doña Juana, sitio de Fundora y se marcha de la región. No hay dudas de que la presencia del jefe del Departamento contribuyó, en gran medida, a dar aliento a la llama de la insurrección y fue un estímulo para los vecinos que de igual manera participaron en ella.

El 13 de junio de 1874, fuerzas cubanas asaltaron el poblado de Magarabomba y quemaron parcialmente el caserío, en poder de los españoles. Las condiciones en que vivían los pobladores de la región durante la guerra se reflejan en las siguientes líneas recogidas en sus memorias por Encarnación Varona Socarrás: “Pasamos una vida intranquila, siempre temerosos de ser asaltados por el enemigo. Para evitar las consecuencias nos vimos precisados a mudarnos, como los demás vecinos, a las montañas (bosques), donde mi marido hizo un rancho; allí nos refugiábamos hasta que pasaban las tropas, por lo que éste era construido en el corazón del monte y cuando volvíamos a nuestra casa lo que hallábamos eran destrozos que daban compasión.

Las actividades de las guerrillas no nos tenían seguros en ninguna parte; diariamente asaltaban y mataban a familiares indefensos y saqueaban todas las estancias y quemaban cuanto encontraban a su paso [...]”

Más adelante relata que, como el gobierno de la República en Armas dio la orden de desbaratar todas las casas que pudieran servirles de albergue a los españoles, su esposo destruyó la casa de la finca. La situación que se vive en aquellos años se describe en estos versos de Encarnación Varona Socarrás:

La juventud femenina

Que adornaba los salones

Hoy se encuentra en ocasiones,

En una humilde cocina.


A la joven inocente

La veías entristecida

Pensando en la despedida

Que le dio su dueño ausente.


Aquí postrada de hinojos

Verás la joven esposa

Que no puede congojosa

Con el raudal de sus ojos,


Sin que el esposo querido

Le pueda un consuelo dar

Porque en su doble pesar

Teme el haberle perdido.


Mas estando el patriotismo

De tus hijos Cuba hermosa

Que aunque triste y angustiosa

Le aventaja el heroísmo.

Otros hechos que demuestran la crueldad con que las fuerzas españolas reprimían, tanto a la población civil como a los heridos y enfermos, tuvieron lugar en 1871. La columna de la Unión salió de Magarabomba en operaciones contra la finca El Jobo, donde asaltaron un hospital de sangre del Ejército Cubano y mataron a 117 postrados o indefensos.

El saqueo y los crímenes cometidos por el ejército español hacían imposible la vida pacífica de la población, esto obligaba a muchas familias a refugiarse en lugares intrincados, para lo cual las condiciones naturales de algunas áreas de la localidad resultaban favorables.

El 6 de enero de 1871, una columna mandada por el Coronel del ejército español (de nacionalidad cubana) Francisco de Albear y Fernández, al pasar por la finca Ceja de Lázaro, asesinó a parte de la familia del prefecto de Caonao, Melchor Loret de Mola, saqueó e incendió el bohío. Las víctimas fueron Mercedes Mora de Mola, Juana Mora de Mola y los niños Adriana, de 12 años; Miguel Ángel, de 8; y Juanita de 2. Logró escapar con vida el niño Melchor Loret de Mola y Mora.

Ante el clima de terror reinante algunas familias optaban por presentarse al enemigo en los campamentos o pueblos y librarse así de la persecución y represión. El 11 de mayo de 1873 cae en combate el Mayor General Ignacio Agramonte en los potreros de Jimaguayú, siendo este un serio golpe para la revolución. El gobierno de la República en Armas decidió enviar a este departamento a uno de los jefes militares más capaces, al General Máximo Gómez .

En Camagüey, bajo el mando de Máximo Gómez se produjeron acciones militares de gran envergadura, sin embargo, comprende que el éxito de la Revolución depende fundamentalmente de que las actividades bélicas se incrementen en Las Villas, de ahí que tuviera presente sus planes de invasión como una tarea de primer orden que se hacía inaplazable.

El 2 de enero de 1875, Máximo Gómez ordena la concentración de caballería e infantería en Ciego Escobar; ese día procedente de Las Tusas, el realiza el trayecto por Santa Gertrudis, Mijial, Fundora, Montejo y acampa en el lugar de la cita (Ciego Escobar).

Allí el generalísimo se reúne con los principales jefes; participan los mayores generales Julio Sanguily y Carlos Roloff Mialofsky , los generales José González Guerra y Manuel Suárez Delgado, los Coroneles Rafael Rodríguez Agüero y /Gabriel González, el teniente coronel Enrique Loret de Mola Boza y el comandante Serafín Sánchez.

Las fuerzas que se concentraron en Ciego Escobar fueron: secciones de los regimientos de infantería Potrerillo, Siguanea y Atollaosa, 100 hombres del Regimiento Agramonte y 100 de Camagüey, el escuadrón Narciso y varias guerrillas montadas.

En la reunión con los principales jefes Máximo Gómez habla con total honestidad, al informar que no podía emprender la marcha invasora sin el consentimiento del gobierno que a duras penas podría pertrecharlos. Esperar suministros de la emigración llevaría mucho tiempo y conspiraría contra el éxito de la empresa. Como Gómez estaba dispuesto para la invasión, quería conocer si sus oficiales aceptaban compartir con él la responsabilidad. Después de plantear sus puntos de vista decidieron aceptarla colectivamente.

Para irrumpir lo mas rápido posible en el territorio de Las Villas la columna invasora quedaría integrada por 1 164 hombres con 13 cartuchos percápita. El teniente Coronel Cecilio Gonzélez con 100 hombres de infantería; el Coronel /Gabriel González con dos escuadrones de los regimientos Agramonte y Camagüey; el General de Brigada José González Guerra, como jefe del Escuadrón Narciso; el Mayor General y Julio Sanguily, quien comandaba otro escuadrón y su escolta, fue nombrado segundo jefe del contingente y el General Máximo Gómez , además de su escolta y Estado Mayor, dirigía a las guerrillas montadas. Al resto de las unidades se les ordenó operar en la parte Este de Camagüey, subordinadas al General de Brigada Henry Reeve.

El Coronel Marcos García fue nombrado Jefe de la Primera Brigada de la Primera división. El territorio del actual municipio de “Carlos Manuel de Céspedes” estaba comprendido dentro del radio de acción de esta brigada. En fecha posterior ocuparon el mando de la misma el Teniente Coronel Fidel Céspedes y Enrique Mola. El General de Brigada Manuel Suárez Delgado quedó al frente de las fuerzas de los Coroneles Vicente Mestre Amábiles y Luis Pérez Muñoz.

Según el plan de invasión aprobado, el Teniente Coronel Cecilio González atravesaría Trocha Júcaro-Morón entre Ciego de Ávila y Morón. La caballería, con el Cuartel General y el grueso de la infantería, cruzaría por el sur, protegidos por la fuerza del General Manuel Suarez Delgado, quien terminado el cruce regresaría a organizar las fuerzas dispersadas de la 2da División, y operaría cerca de Trocha Júcaro-Morón.

El General Carlos Roloff Mialofsky , con las tropas de Lino Pérez, cortaría cercas y mallas de alambres y taparía las zanjas y fosos para facilitar el paso de la caballería.

El 4 de enero sale la columna por Jesús María, Las Piedras, Los Güiros, etc., con rumbo a La Trocha. Llama la atención cómo en esta guerra y en la del 95 el Ciego Escobar es sitio de acampada y reunión de los principales jefes , a causa, suponemos, de su ubicación entre los caminos que comunicaban a Puerto Príncipe con Morón, por el Norte y Real del Centro, por el Sur. Por estos dos caminos se movían con regularidad las fuerzas españolas. La finca pertenecía a Bernardo Escobar Montejo, quien resultaba de confianza para los insurrectos. Además, por encontrarse algo alejada de Puerto Príncipe y de la Trocha Júcaro-Morón, fue base de partida para el cruce de esta última.

Entre 1874 y 1876 Máximo Gómez recorre con frecuencia el territorio en su labor organizativa. Quemado, Fundora, Magueyes, La Trinidad, Piedrecitas, Ocujal, Juan Pérez, Ciego Escobar, entre otros. Son mencionados por el generalísimo en su Diario de Campaña. El cruce de Trocha Júcaro-Morón se produjo tal como se acordó y de forma exitosa. En Las Villas se desplegó un plan de operaciones que pondría en pie de guerra a toda esa rica región. Apremiado por una sedición en Lagunas de Varona, Ignacio Agramonte retorna de Las Villas y el 5 de junio de 1875 pasa por Piedrecitas, El Ocujal, Quemado de Fundora y continúa su marcha hacia San Antonio Arán.

En 1876 el General Vicente Garcia, que había sido designado por el gobierno para el mando de Camagüey y Oriente, recorre algunos puntos del territorio y sus alrededores: San Juan de Dios, Urabo, San Antonio Adán, El Mijial.

En los últimos años de la guerra las operaciones del enemigo hacían más insegura aún la vida del personal civil que se refugiaba en la manigua. Los ranchos que les servían de albergues eran constantemente asaltados y destruidos por los españoles, cuando sus moradores lograban escapar.

Un pasaje narrado por Serafín Sanchez muestra las vicisitudes de uno de los héroes de la Guerra, Francisco Lufriú, en pésimas condiciones de salud, a mediados de 1876:

“.... Se alojaba en un rancho de una Prefectura, casi abandonada por el prefecto, a causa de las operaciones del enemigo, que se hacía sentir de una manera desusada en todo el territorio de la República, el triste inválido sufrió consecutivamente cinco asaltos de la tropa española, escapando no obstante de ellos milagrosamente.... Un día se llegaron al lecho de Lufriú dos oficiales de Ejército Libertador y compadecidos de él sin duda.... lo aconsejaron y lo instaron para que se dejara conducir en una camilla hasta la vista del poblado español de Magarabomba y una vez allí dejarlo con bandera blanca en señal de paz y auxilio. Lufriú rechazó indignado semejante proposición....” Este hecho demuestra que a pesar de la gravedad de las circunstancias, muchos hombres conservaron la dignidad y la esperanza.

En los meses sucesivos la difícil situación interna de la insurrección, agravada por las frecuentes pugnas entre los jefes, la indisciplina, el regionalismo y la escasez de recursos (entre otras causas), conducen a la firma del Pacto del Zanjón. Finaliza así la guerra sin haberse logrado la independencia.

La ganadería de la localidad estaba prácticamente arruinada, los campos agrícolas abandonados y las casas de viviendas y corrales, destruidos. La economía se había deteriorado y el estado sanitario era pésimo.

Esta imprenta tuvo primordial importancia durante la guerra, pues en ella se imprimieron documentos como la “Proclama a los Camagüeyanos”, de Ignacio Agramonte Loynaz, cuando en enero de 1871 reasume el mando de Camagüey. El 29 de junio de 1871, guerrillas españolas incendiaron el caserío, pero no lograron hacer prisioneros. Aunque la imprenta quedó intacta, los españoles arrasaron con libros, tinteros, papeles, y otros materiales, por lo que fue trasladada hacia un lugar más seguro, fuera de la localidad. En el año 1870 llega al territorio camagüeyano, procedente de Las Villas, el oficial del Ejército Libertador Leonte Guerra Cisneros, quien opera en la zona de Magarabomba y alcanza el grado de Coronel. Ese año los españoles lanzaron una fuerte ofensiva contra los campamentos insurrectos y sus familiares.

El Mayor Ignacio Agramonte había renunciado al mando del departamento, por discrepancias con el Presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes. En los primeros días de 1871, sin embargo, a propuesta de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte acepta reasumir el mando de Camagüey, en uno de los momentos más difíciles de la guerra, justo cuando varios mambises desertaban. Es precisamente hacia este territorio donde se dirige El Mayor, pues conocía la actitud no confiable de los jefes de la Brigada de Caonao.

Guanábano y atravesados por veredas que conducían a los diversos saos y quemados5 y a las sabanas de la parte norte que abarcaban las zonas de Magarabomba y de Lázaro. Además, recibían abastecimientos y albergue en el Taller de Las Piedrecitas. En el diario de operaciones, El Mayor Ignacio Agramonte hace constar que el 24 de enero de 1871, recorrió el taller dirigido por Esteban Mola. El día 25 a las 9: 00 am, se presenta el enemigo procedente de Los Jagüeyes, por la vereda de Magueyes, y se le hace fuego durante 20 minutos por parte de la emboscada cubana.

El 21 de febrero, visita de nuevo el taller de Las Piedrecitas donde permanece unos días y son atendidos los heridos. Los días 4 y 5 de mayo, en Limpio Grande, se celebra una reunión con fuerzas subordinadas. Otros puntos recorridos por Agramonte en aquellos meses fueron: Quemado de Rodríguez, Las Piedras y Camino de San Jacinto, lugar este último donde permanece los días 8, 9, y 10 de junio de 1871 junto a las fuerzas de Caonao, dirigidas entonces por el coronel Agramonte Porro. Del 11 al 13 del mismo mes, acampa en Ciego Escobar. Estos frecuentes contactos tenían el propósito de levantar la moral combativa de las fuerzas que radicaban en la zona, sin embargo, en ese año 1871 se produce la traición del coronel Manuel Agramonte Porro, quien se presentó ante los españoles acompañado de varios oficiales y tropas. Es entonces cuando se designa para el mando de la Brigada de Caonao al Coronel Manuel Suárez Delgado.

En 1872, se asignó el territorio a las tropas de Las Villas, al mando del Coronel José González Guerra; las cuales compartían esta responsabilidad con la brigada de Caonao. Un año antes6 en el combate de Trinidad de Holano (en la parte occidental del actual municipio), las fuerzas del general Francisco Villamil derrotaron de forma contundente a los españoles: nueve muertos y gran número de heridos fue el saldo de estos. Francisco Villamil fue herido de gravedad. Los días 8, 9, y 10 de enero de 1873, Agramonte recorre Espíritu Santo, Ciego Escobar (donde hace campamento los días 8 y 9), Quemados, Jagüeyes, San Rafael, El Tínima, Camino de Magarabomba y Candelaria. El 24 de enero de 1873, a las 4: 00 pm, bajo un copioso aguacero, tuvo lugar el combate de Ceja de Lázaro. La avanzada cubana sorprende a una de las guerrillas de la columna española que venia tras sus huellas. El terreno es una sabana con abundantes peralejos y guanos. Rechazada la avanzada cubana por el empuje enemigo, unos 300 jinetes españoles aparecen de golpe en el campamento; Ignacio Agramonteordena a la caballería detener el ataque y que le siga la infantería. Ante la sorpresa, los jinetes camagüeyanos entraron en acción sin haber puesto las monturas y su pericia permitió repeler la acometida. Después de fuerte lucha hubo que dejar el campo al enemigo, que confesó cuatro muertos y once heridos. Las bajas cubanas fueron tres muertos y seis heridos.

Durante los días posteriores, El Mayor se estaciona en Las Piedrecitas, reorganizando sus hombres y procura atención para los heridos. El 27 del mismo mes sale y pasa por Ocujal, Quemado de Doña Juana, sitio de Fundora y se marcha de la región. No hay dudas 5 En los diarios, tanto de Agramante, como de Gómez se mencionan a Quemado de Rodríguez, Quemado de Montejo y Quemado de Doña Juana. En este último estuvo ubicado después el central República Dominicana. 6 Suponemos que el combate de Trinidad de Olano haya tenido lugar en los meses de abril a mayo.

En las obras consultadas no aparece la fecha precisa. de que la presencia del jefe del Departamento contribuyó, en gran medida, a dar aliento a la llama de la insurrección y fue un estímulo para los vecinos que de igual manera participaron en ella. El 13 de junio de 1874, fuerzas cubanas asaltaron el poblado de Magarabomba y quemaron parcialmente el caserío, en poder de los españoles. Las condiciones en que vivían los pobladores de la región durante la guerra se reflejan en las siguientes líneas recogidas en sus memorias por Encarnación Varona Socarrás: “Pasamos una vida intranquila, siempre temerosos de ser asaltados por el enemigo. Para evitar las consecuencias nos vimos precisados a mudarnos, como los demás vecinos, a las montañas (bosques), donde mi marido hizo un rancho; allí nos refugiábamos hasta que pasaban las tropas, por lo que éste era construido en el corazón del monte y cuando volvíamos a nuestra casa lo que hallábamos eran destrozos que daban compasión.

Las actividades de las guerrillas no nos tenían seguros en ninguna parte; diariamente asaltaban y mataban a familiares indefensos y saqueaban todas las estancias y quemaban cuanto encontraban a su paso [...]” 7 Más adelante relata que, como el gobierno de la República en Armas dio la orden de desbaratar todas las casas que pudieran servirles de albergue a los españoles, su esposo destruyó la casa de la finca. La situación que se vive en aquellos años se describe en estos versos de Encarnación Varona Socarrás: La juventud femenina Que adornaba los salones Hoy se encuentra en ocasiones, En una humilde cocina. A la joven inocente La veías entristecida Pensando en la despedida Que le dio su dueño ausente. Aquí postrada de hinojos Verás la joven esposa Que no puede congojosa Con el raudal de sus ojos, Sin que el esposo querido Le pueda un consuelo dar Porque en su doble pesar Teme el haberle perdido.

Mas estando el patriotismo De tus hijos Cuba hermosa Que aunque triste y angustiosa Le aventaja el heroísmo. Otros hechos que demuestran la crueldad con que las fuerzas españolas reprimían, tanto a la población civil como a los heridos y enfermos, tuvieron lugar en 1871. La columna de la Unión salió de Magarabomba en operaciones contra la finca El Jobo, donde asaltaron un hospital de sangre del Ejército Cubano y mataron a 117 postrados o indefensos. El saqueo y los crímenes cometidos por el ejército español hacían imposible la vida pacífica de la población, esto obligaba a muchas familias a refugiarse en lugares intrincados, para lo cual las condiciones naturales de algunas áreas de la localidad resultaban favorables. El 6 de enero de 1871, una columna mandada por el Coronel del ejército español (de nacionalidad cubana) Francisco Acosta Albear, al pasar por la finca Ceja de Lázaro, asesinó a parte de la familia del prefecto de Caonao, Melchor Loret de Mola, saqueó e incendió el bohío. Las víctimas fueron Mercedes Mora de Mola, Juana Mora de Mola y los niños Adriana, de 12 años; Miguel Ángel, de 8; y Juanita de 2. Logró escapar con vida el niño Melchor Loret de Mola y Mora. Ante el clima de terror reinante algunas familias optaban por presentarse al enemigo en los campamentos o pueblos y librarse así de la persecución y represión.

El 11 de mayo de 1873 cae en combate el Mayor General Ignacio Agramonte en los potreros de Jimaguayú, siendo este un serio golpe para la revolución. El gobierno de la República en Armas decidió enviar a este departamento a uno de los jefes militares más capaces, al General Máximo Gómez. En Camagüey, bajo el mando de Gómez se produjeron acciones militares de gran envergadura, sin embargo, comprende que el éxito de la Revolución depende fundamentalmente de que las actividades bélicas se incrementen en Las Villas, de ahí que tuviera presente sus planes de invasión como una tarea de primer orden que se hacía inaplazable. El 2 de enero de 1875, Máximo Gómez ordena la concentración de caballería e infantería en Ciego Escobar; ese día procedente de Las Tusas, el realiza el trayecto por Santa Gertrudis, Mijial, Fundora, Montejo y acampa en el lugar de la cita (Ciego Escobar). Allí el generalísimo se reúne con los principales jefes; participan los mayores generales Julio Sanguily y Carlos Roloff Mialofsky, los generales José González Guerra y Manuel Suárez, los Coroneles Rafael Rodríguez Agüero y /Gabriel González, el teniente coronel Enrique Loret de Mola Boza y el comandante Serafín Sánchez. Las fuerzas que se concentraron en Ciego Escobar fueron: secciones de los regimientos de infantería Potrerillo, Siguanea y Atollaosa, 100 hombres del Regimiento Agramonte y 100 de Camagüey, el escuadrón Narciso y varias guerrillas montadas.

En la reunión con los principales jefes Gómez habla con total honestidad, al informar que no podía emprender la marcha invasora sin el consentimiento del gobierno que a duras penas podría pertrecharlos. Esperar suministros de la emigración llevaría mucho tiempo y conspiraría contra el éxito de la empresa. Como Gómez estaba dispuesto para la invasión, quería conocer si sus oficiales aceptaban compartir con él la responsabilidad. Después de plantear sus puntos de vista decidieron aceptarla colectivamente. Para irrumpir lo mas rápido posible en el territorio de Las Villas la columna invasora quedaría integrada por 1 164 hombres con 13 cartuchos percápita. El teniente Coronel Cecilio González con 100 hombres de infantería; el Coronel Gabriel González con dos escuadrones de los regimientos Agramonte y Camagüey; el General de Brigada José González Guerra, como jefe del Escuadrón Narciso; el Mayor General Julio Sanguily, quien comandaba otro escuadrón y su escolta, fue nombrado segundo jefe del contingente y el General Máximo Gómez, además de su escolta y Estado Mayor, dirigía a las guerrillas montadas. Al resto de las unidades se les ordenó operar en la parte Este de Camagüey, subordinadas al General de Brigada Henry Reeve. El Coronel Marcos García fue nombrado Jefe de la Primera Brigada de la Primera división. El territorio del actual municipio de “Carlos Manuel de Céspedes” estaba comprendido dentro del radio de acción de esta brigada. En fecha posterior ocuparon el mando de la misma el Teniente Coronel Fidel Céspedes y Enrique Loret de Mola Boza. El General de Brigada Manuel Suárez Delgado quedó al frente de las fuerzas de los Coroneles Vicente Mestre Amábiles y Luis Pérez Muñoz. Según el plan de invasión aprobado, el Teniente Coronel Cecilio González atravesaría La Trocha entre Ciego de Ávila y Morón. La caballería, con el Cuartel General y el grueso de la infantería, cruzaría por el sur, protegidos por la fuerza del General Manuel Suárez Delgado, quien terminado el cruce regresaría a organizar las fuerzas dispersadas de la 2da División, y operaría cerca de La Trocha.

El General Carlos Roloff Mialofsky, con las tropas de Lino Pérez, cortaría cercas y mallas de alambres y taparía las zanjas y fosos para facilitar el paso de la caballería. El 4 de enero sale la columna por Jesús María, Las Piedras, Los Güiros, etc., con rumbo a La Trocha. Llama la atención cómo en esta guerra y en la del 95 el Ciego Escobar es sitio de acampada y reunión de los principales jefes8, a causa, suponemos, de su ubicación entre los caminos que comunicaban a Puerto Príncipe con Morón, por el Norte y Real del Centro, por el Sur. Por estos dos caminos se movían con regularidad las fuerzas españolas. La finca pertenecía a Bernardo Escobar Montejo, quien resultaba de confianza para los insurrectos. Además, por encontrarse algo alejada de Puerto Príncipe y de la Trocha de Júcaro a Morón, fue base de partida para el cruce de esta última. Entre 1874 y 1876 Máximo Gómez recorre con frecuencia el territorio en su labor organizativa. Quemado, Fundora, Magueyes, La Trinidad, Piedrecitas, Ocujal, Juan Pérez, Ciego Escobar, entre otros. Son mencionados por el generalísimo en su Diario de Campaña.

Al consultar los diarios de operaciones de Ignacio Agramonte, Máximo Gómez y de Manuel Boza, y las crónicas de José Miró Argenter, puede comprobarse que en Ciego Escobar acamparon: Ignacio Agramonte (1871) Máximo Gómez (en cuatro oportunidades durante las dos guerras ) y Antonio Maceo (1895). 9 V: Máximo Gómez: Diario de campaña.

El cruce de La Trocha se produjo tal como se acordó y de forma exitosa. En Las Villas se desplegó un plan de operaciones que pondría en pie de guerra a toda esa rica región. Apremiado por una sedición en Lagunas de Varona, Máximo Gómez retorna de Las Villas y el 5 de junio de 1875 pasa por Las Piedrecitas, El Ocujal, Quemado de Fundora y continúa su marcha hacia San Antonio Arán. En 1876 el General Vicente García, que había sido designado por el gobierno para el mando de Camagüey y Oriente, recorre algunos puntos del territorio y sus alrededores: San Juan de Dios, Urabo, San Antonio Adán, El Mijial. En los últimos años de la guerra las operaciones del enemigo hacían más insegura aún la vida del personal civil que se refugiaba en la manigua. Los ranchos que les servían de albergues eran constantemente asaltados y destruidos por los españoles, cuando sus moradores lograban escapar. Un pasaje narrado por Serafín Sánchez muestra las vicisitudes de uno de los héroes de la Guerra, Francisco Lufriú, en pésimas condiciones de salud, a mediados de 1876: “.... Se alojaba en un rancho de una Prefectura, casi abandonada por el prefecto, a causa de las operaciones del enemigo, que se hacía sentir de una manera desusada en todo el territorio de la República, el triste inválido sufrió consecutivamente cinco asaltos de la tropa española, escapando no obstante de ellos milagrosamente.... Un día se llegaron al lecho de Lufriú dos oficiales de Ejército Libertador y compadecidos de él sin duda.... lo aconsejaron y lo instaron para que se dejara conducir en una camilla hasta la vista del poblado español de Magarabomba y una vez allí dejarlo con bandera blanca en señal de paz y auxilio. Lufriú rechazó indignado semejante proposición....”10 Este hecho demuestra que a pesar de la gravedad de las circunstancias, muchos hombres conservaron la dignidad y la esperanza. En los meses sucesivos la difícil situación interna de la insurrección, agravada por las frecuentes pugnas entre los jefes, la indisciplina, el regionalismo y la escasez de recursos (entre otras causas), conducen a la firma del Pacto del Zanjón. Finaliza así la guerra sin haberse logrado la independencia. La ganadería de la localidad estaba prácticamente arruinada, los campos agrícolas abandonados y las casas de viviendas y corrales, destruidos. La economía se había deteriorado y el estado sanitario era pésimo.

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